En 2024, durante un viaje a Comporta, Álvaro le pidió matrimonio a María en la terraza de la habitación del hotel Quinta da Comporta en el que se hospedaban. “Recuerdo que me dijo muchas cosas bonitas, pero de los nervios y la emoción solo me quedé con la última frase ‘te he querido, te quiero, y siempre te querré’”, rememora María. Álvaro le entregó un anillo de pedida de Ansorena, un diseño tubogas con el que logró sorprender a la novia.
Aunque son polos opuestos en cuanto a gustos, Álvaro y María coinciden en una cosa: ambos son amantes de las Islas Baleares. “Hemos ido todos los veranos, así que tuvimos muy claro que nos queríamos casar en Ibiza o en Mallorca”, nos desvelan. Se dieron el ‘sí, quiero’ el pasado 25 de julio de 2025 en el Hotel Son Cosmet. “La finca de Mallorca nos conquistó, solo visitamos dos opciones, pero nos parecía un planazo poder alquilarla varios días, que pudiesen dormir allí varios amigos con nosotros, hacer una fiesta al aire libre, sin restricciones, sin horas, bailando descalzos, con piscina, ver a algunos amigos y familiares por la isla días antes en la playa, recibir sus fotos en el avión cuando estaban de camino … El día de la boda es un recuerdo precioso para toda la vida, pero nos sentimos súper afortunados de que realmente lo vamos a recordar casi como un viaje a Mallorca con nuestros amigos y familias, con una celebración entre medias”, confiesan.
“Queríamos algo muy chill, mediterráneo, desenfadado, lo que viene siendo una fiesta de verano. Además me encanta Mamma Mia!, nos alucinaba la idea de estar con toda nuestra familia y amigos juntos en una isla, y celebrarlo durante 3 días acompañados de ellos en Mallorca”
Enim Fotografía
Enim Fotografía
La propia novia se encargó de organizar todos los detalles de la organización: “Me dedico al mundo de la comunicación desde hace ya 8 años, organizando eventos para marcas de moda, tenía muchas ganas de organizar nuestra boda cuidando cada detalle, y siguiendo nada más que nuestras propias guidelines, deadlines y gustos”. Su idea era hacer algo elegante y rústico, que combinase a la perfección con el espacio en el que se celebraba la boda, pero sin caer en las flores silvestres. Los novios querían tonos rojizos y granates, con claveles de Madrid y las flores preferidas de la novia, tampoco faltaron las frutas y verduras que le dieron ese toque campestre y mediterráneo. “Me encantó la referencia de las guindillas, porque si una palabra me define es chill, que tanto se ha relacionado con el dibujo de las guindillas”, dice María.