Esta amplitud refleja ese latido internacional que el certamen ha sostenido desde siempre, convirtiéndose en un punto de encuentro imprescindible para quienes viven el cine no solo como espectáculo, sino como cultura, debate y memoria. Esta amplitud refleja ese latido internacional que el certamen ha sostenido desde siempre, convirtiéndose en un punto de encuentro imprescindible para quienes viven el cine no solo como espectáculo, sino como cultura, debate y memoria. Por supuesto, también para el mundo de la moda. El cartel oficial rinde homenaje este año a Marisa Paredes, figura emblemática del cine español, cuyo vínculo con San Sebastián se remonta a décadas de apariciones, premiaciones y trayectorias compartidas con el festival mismo. Entre las citas más esperadas de esta edición destacan películas que ya han captado la atención por sus responsables o por sus temas: Maspalomas, de José Mari Goenaga y Aitor Arregi, que invita a explorar la identidad y las huellas del pasado; Flores para Antonio, un documental íntimo y musical que recorre la memoria familiar; Sundays (o Los domingos), de Alauda Ruiz de Azúa, que se presenta como otro de los estrenos españoles más esperados; y producciones internacionales como Couture, con Angelina Jolie, y apuestas de cineastas como Alice Winocour, Edward Berger, o Richard Linklater. Armani beuaty y Vanity Fair encuentran en este contexto un escenario ideal para celebrar no solo belleza y estilo, sino sentido, inspiración y vínculo con el cine. Porque en San Sebastián cada proyección, cada mirada, cada alfombra roja se convierte también en expresión de estética, de identidad, de historias que trascienden la cámara. La estética cuidada de Armani dialoga con la elegancia natural de quienes llenan las salas, mientras que Vanity Fair articula esos momentos como parte esencial de la narrativa cultural del festival. Un encuentro en el que celebrar el cine es sentir las películas, vestirlas y homenajearlas.
Armani entendió que la ropa no era mero adorno, sino parte del relato cinematográfico. Un elemento capaz de transmitir poder, vulnerabilidad o deseo con la misma fuerza que un gesto o un diálogo. Por eso, su vínculo con el séptimo arte es inseparable y cada aparición de su nombre en un festival como San Sebastián es también un guiño a esa historia compartida entre la moda y la gran pantalla.
En cada brindis, en cada confidencia y en cada sonrisa compartida, el cine se revelaba como ese hilo invisible que unía a todos los presentes. Para unos había sido refugio, para otros inspiración, algunos lo recordaban como un puente hacia un ser querido, otros como la chispa de una anécdota inolvidable. El Séptimo Arte se celebraba en cada conversación como un ancla común, una memoria compartida que trascendía la pantalla. Y no podía haber un escenario mejor que San Sebastián para custodiar esos recuerdos. La ciudad, con su aire atlántico y su tradición cinematográfica, se convirtió en testigo de una noche en la que la belleza se mezcló con la emoción y la elegancia con la nostalgia. Allí, bajo el sello de Armani beauty y Vanity Fair, el festival celebró la vida misma contada a través del cine.