La comunidad fue una especie de piedra de toque, pero Fernández Muro estuvo en Arrebato –la película de Zulueta de 1978 que se colaba en la lista de El País de las mejores de la historia del cine español– ; Volver a empezar, de Garci –el primer Oscar del cine español–; La colmena, de Camus; Laberinto de pasiones o La ley del deseo, de Pedro Almodóvar. Ahora, también en series de plataforma. Durante años, en todo tipo de teatros. La actriz ha tocado todos los palos y en todas las circunstancias. “No sé cómo ha cambiado todo, pero yo sí he cambiado. Cuando me puse delante de la cámara de Ricardo Franco en Los restos del naufragio tuve la sensación de que todo me superaba. Estaba Fernando Fernán Gómez dando vueltas por la misma sala que yo y yo supongo que hice mi papel con muchísima inseguridad”, abunda la actriz. “He trabajado también por nada. En Arrebato cobré 25000 pesetas y porque nos dieron un premio e Iván lo repartió entre todos. En la de Pedro Almodóvar no sé lo que cobré, pero una tontada. La mayoría de los trajes que llevo en Laberinto [de Pasiones] son míos así que sé lo que es hacer una película sin un duro”.
Resulta imposible no preguntar a Marta Fernández Muro por su faceta de escritora si se ha leído la maravillosa biografía novelada que es La cabeza a pájaros (Ed. Niños gratis). Un libro que recorre desde su infancia en la Carrera de los Jerónimos tan divertido, a la vez que tierno, como todo en lo que se ha involucrado, hasta su carrera y su vida familiar. La actriz tiene otros textos entre manos, pero el mundo literario no se lo está poniendo fácil. “Me está costando mucho encontrar un editor. Con la recepción de La cabeza a pájaros pensé que sería fácil editar otra cosa, pero no lo está siendo”. ¿Hacemos un llamamiento a los editores? “Sí, por favor”.
Con una carrera dedicada a hacer pasar buenos ratos al gran público es complicado despedirse si necesitamos más que nunca el humor en los tiempos convulsos que ha tocado vivir. “Cuando las cosas están mal, y ahora están fatal, se ha dicho siempre que la gente necesita reírse”, expone la actriz. “A veces, eso sí, me dan ganas de decir: ‘¡nada de reírse, hombre!’. Es el momento de salir a quejarse a la calle, así que, en resumen, necesitamos reírnos y reflexionar sobre lo que está sucediendo”, concluye.