Bea Lema: “La fórmula no existe porque si no estaríamos todos haciendo ‘best sellers’ todo el rato. Para mí, el proceso creativo está lleno de misterio, te va revelando por dónde ir. Es como una búsqueda”. Fotografía: Pablo Zamora / Estilismo: Berta Álvarez.
En El cuerpo de Cristo, Vera es una niña con un demonio que ronda por su casa y que acosa a su madre hasta enfermarla. Pero el amor de una madre y una hija es más fuerte que la crueldad de la enfermedad: “Tenía la necesidad de contar lo que había vivido, porque yo he crecido viendo a mi madre pasar mucho tiempo en cama, viendo medicación alrededor, a veces escondida en cajones y a veces sintiendo que se tomaba dosis de más. Y visitábamos a médicos y a curanderas, pero nunca nadie me sentó para tener una conversación en la que me dijeran: esto es lo que pasa”. Así que, a pesar del shock inicial que Bea Lema sintió con el éxito de su cómic, lo que le ha dado más sentido a este trabajo ha sido “poder poner foco y dar luz a este tema, que para mí es importante; es una especie de activismo con el que romper ese estigma, de hablar del trauma, y también de las violencias que hemos vivido las mujeres, y de cómo a veces nos han cargado con esta etiqueta de la loca e histérica, como si fuera algo implícito en la mujer”.
No solo la narrativa nos ayuda a encontrar la brújula que nos guía cuando más lo necesitamos. Paloma Abad, editora de no ficción en los sellos literarios Debate y Taurus, coincide en que “en tiempos inciertos como los que vivimos, necesitamos asideros, faros morales, mentes lúcidas que nos expliquen el mundo. La no ficción está en un buen momento, porque puede ayudar a la sociedad a comprender sus luces y sus sombras”. Y desde que el mundo no se parece ya al que habíamos conocido, recurrimos aún más a los libros como una herramienta para hacer que las sombras sean un poquito menos oscuras. Los datos lo demuestran: en el confinamiento decidimos abrazar la lectura para entender o poder evadirnos. En ese periodo, el porcentaje de lectores frecuentes (los que leen al menos semanalmente) aumentó siete puntos, hasta alcanzar el 57%, según el estudio El papel del libro y la lectura durante el periodo de confinamiento por COVID-19 en España de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE).
Leemos más de lo que creemos
Cinco años después no hemos perdido la costumbre. Al contrario, estamos leyendo más. Aunque la pantalla del smartphone y la oferta infinita de ocio audiovisual tengan una estrategia para arrebatarnos la magia de los libros, parece que no está funcionando. Según el barómetro Hábitos de lectura y compra de libros en España 2024 de la FGEE, el 65,5% de los españoles leemos en nuestro tiempo libre, lo que supone 1,4 puntos más que en 2023. Sin duda, es una buena noticia, aunque aún sigamos lejos de los países más lectores de la Unión Europea: los suizos (80,6%), los luxemburgueses (75,2%), los daneses (72,1%) y los estonios (70,7%) están a la cabeza, según una encuesta de Eurostat en 2022. No es tan descabellado pensar que algún día alcancemos a nuestros vecinos del norte, ya que el porcentaje de españoles que no lee nunca o casi nunca sigue descendiendo: según el barómetro, el 34,5% no tocó un libro en 2024, y este es el dato más bajo desde 2017, cuando era del 40,3%.
Además de aportar esperanza al sector literario, esta medición desmonta mitos: no es verdad que a los jóvenes no les interesen los libros (el 75,3% de la población entre 14 y 24 años lee en su tiempo libre); el papel continúa siendo el rey (el 85% prefiere el libro físico frente al 15% que apuesta por el formato digital) y la librería es el lugar que elegimos para comprar (57%). “Cada vez que viene alguien y me dice que es valiente ser librera, que no se lee nada, siempre digo que yo tengo una librería y vivo de esto, que leer se lee mucho más de lo que uno cree”, dice Laura Riñón, que después de seis años detrás del mostrador recomendando títulos tiene el pulso de su clientela muy bien tomado: “Para mí hay tres grupos de lectores: los que no leen nada, que son más difíciles a medida que van cumpliendo años, pero algunos milagros hemos obrado con ellos. Luego están los que leemos mucho, y que seguimos leyendo. Y después aquellos que no leían porque decían no tener tiempo, pero que al final han recuperado la lectura. Hubo un instante en el que pensamos: ¿se quedarán con nosotros o volverán a su rutina? Pero muchos de ellos se quedaron”.