Uñas cortas: 10 razones prácticas para llevarlas este otoño
Fue el 1 de julio de 2023 cuando me inicié en el fenómeno (acrílico mediante) de las milky nails largas, muy largas. No es que recuerde ese fecha con el mismo fervor que el cumpleaños de mis hijas. He consultado el chat familiar para poder referirme a ese momento con exactitud (sí, documenté el momento al salir del salón de manicura y lo compartí con mi marido, mi madre y mi suegra. Era un hito en mi historial beauty). Desde entonces no he renunciado a las uñas largas ni he faltado a mi cita con el salón de uñas –normalmente cada dos semanas porque soy bastante maniática, con la esclavitud beauty que eso implica–. Ya me conocen por ser la clienta que pide siempre el mismo color N-A-T-U-R-A-L. Nunca me gustó experimentar en exceso y durante estos dos años como incondicional de las uñas largas apenas me he permitido variaciones de color, como mucho uno tono arriba o abajo, pero siempre en la misma gama cromática. Soy de ideas fijas para casi todo en la vida.
Y sí, he sido muy feliz con ellas (entiéndase la hipérbole), pero este otoño estoy totalmente decidida a abrazar la tendencia imperante. Las uñas cortas han vuelto y en mi última cita ya he pedido que me las cortaran bastante. En la siguiente solo querré llevarlas cuadradas y casi al ras para emular las manicura minimal que es tendencia este otoño 2025. He aquí varias razones (superprácticas) por las que voy a perpetrar este cambio en mi vida (entiéndase la hipérbole otra vez).
Mónica Suárez De Tangil
- Podré cambiar con soltura los discos con peso de la barra en mis clases de Body Pump (y sobrevivir a la rapidez que requieren estas sesiones espídicas). Y sin temer que una uña se me rompa y tenga que suplicar una cita de última hora en mi salón de confianza (lo dije al principio, soy maniática, muy maniática).
- Mandaré wasaps y teclearé en mi portátil sin incomodidad alguna. Aunque ya me había acostumbrado a hacerlo, cuando se acercaba la cita para retocar la manicura y cortar un poco, no podía evitar lamentarme por la longitud que habían alcanzado y la manera en la que dificultaban la tarea.
- Haré mi cama y enfundaré el nórdico sin temor a que sea domingo y no pueda ir a arreglarme las uñas en caso de que se me rompan (algo que en ese contexto pasaba bastante a menudo).
- Resetearé mis uñas tras dos años sin descanso de rellenos de gel y esmaltes semipermanentes. Y más después del verano, cuando los rayos UVA y las altas temperaturas han pasado factura.
- Me quitaré y me pondré las lentillas con la misma soltura que lo hacía antes de declararme una chica de uñas milky. No negaré que mis primeras veces siendo una mujer con uñas largas temí por la integridad de mis ojos (aunque nunca llegó la sangre al río, era solo cuestión de acostumbrarse).
- Me entregaré a las bondades de la manicura japonesa, esa en la que en lugar de pintar las uñas se realza su brillo natural con un buen limado con pulido y bases tratantes con un ligero acabado glossy.
- Volveré a abrocharme las cremalleras de mis vestidos sin tener que pedir ayuda y con la seguridad de que nada va a salir mal. Si llevas las uñas casi al ras se minimizan riesgos.
- Volveré a disfrutar de hacerme la manicura en casa yo misma un domingo cualquiera. Dicen que cuidar las uñas proporciona altas dosis de bienestar. Y aunque en el salón he tenido mis particulares momentos de gloria, no tener que depender de agenda y disponibilidad reduce también mis niveles de cortisol.
- Cumpliré, por fin, con la máxima del pedicurista más famoso del mundo, Bastien Gonzalez –hay unas cuantas celebs que le han puesto un avión privado para hacerse la pedicura con él–. Siempre aconseja retirar el esmalte de uñas pasados tres días porque el pigmento del color empieza a dañar la uña. “Retíralo, usa mi ungüento como mascarilla toda la noche y al día siguiente píntalas de nuevo”, me dijo en cierta ocasión. Pues eso.
- Dicen que las uñas son otra forma de autoexpresión y yo ahora mismo creo que las versiones cortas y cuadradas son la mejor herramienta para declararme una clean girl de manual. Menos es más.