En medio de un clima de máxima expectación, un tribunal militar anunció este martes la condena a muerte del ex presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Joseph Kabila (54 años). A pesar de la sentencia, su captura parece prácticamente imposible porque no … se sabe dónde se encuentra en la actualidad.
El tribunal señaló que Kabila (2001-2019) es culpable de «traición» y «crímenes de guerra», entre otros cargos, por haber apoyado el avance de los rebeldes antigubernamentales del Movimiento 23 de Marzo (M23) en las conflictivas regiones de Kivu del Norte y del Sur, en el este del país. Kabila, públicamente enfrentado al actual gobierno de Félix Thsisekedi, siempre ha negado estas acusaciones.
La Justicia congoleña también impuso al expresidente el pago de 33.000 millones de dólares por «daños y perjuicios».
Kabila, que salió del territorio congoleño en 2023, hizo una aparición sorpresa en la misma ciudad de Goma en mayo, ciudad clave del este del país que fue tomada el pasado mes de febrero por el grupo rebelde M23 (promovido y financiado por Ruanda).
Precisamente el M23 -que controla desde hace meses la mayor parte de las provincias de Kivu del Norte y del Sur- ha criticado hoy duramente la condena a muerte dictada contra Kabila por sus supuestos lazos con la organización y ha afirmado que supone una «violación» de los acuerdos alcanzados para intentar poner fin al conflicto en el este del país africano.
El líder del M23, Bertrand Bisimwa, afirma en un mensaje en su cuenta en la red social X que «la condena a muerte contra el presidente Joseph Kabila bajo el pretexto de sus supuestos lazos con la Alianza Río Congo (AFC)/M23 es una violación de la declaración de principios, igual que la persistencia en las ofensivas por parte del régimen de Kinshasa».
Hijo de Laurent-Désiré Kabila, el líder rebelde que derrocó al dictador Mobutu, Joseph Kabila heredó el poder en 2001 tras el asesinato de su padre en enero de ese mismo año.
En 2019, tras dos mandatos, abandonó la presidencia y dejó el puesto al actual mandatario Tshisekedi. Sin embargo, la relación entre ambos se ha ido deteriorando a lo largo de los años.
Desde su marcha ha tenido algunas apariciones públicas puntuales en países-refugio como Sudáfrica o Namibia.
La sentencia se produce después de que en 2024 se levantara la moratoria sobre la ejecución de la pena capital vigente desde 2003, pero desde entonces no se ha llevado a cabo ninguna ejecución.
Ajuste de cuentas
Plotin Yambenga, periodista congoleño, explica a ABC que «esta condena es percibida por muchos políticos, principalmente los de la FCC, su plataforma política, como un ajuste de cuentas. En mi opinión, el veredicto tiene su razón de ser, ya que su asesor diplomático, con quien viajó a Goma, una ciudad controlada por los rebeldes, declaró claramente que los objetivos del presidente Joseph Kabila son los mismos que los del M23. ¿Cuáles son los objetivos del M23, si no es masacrar a civiles y derrocar el orden institucional establecido?»
«Estos hechos se consideran crímenes de guerra según el derecho penal congoleño. Además, él mismo, en su discurso del mes de mayo difundido en YouTube, expresó claramente su deseo de recuperar el poder, pero no por la vía legal convocando unas elecciones. Además, unos meses antes, desde Sudáfrica declaró claramente que el M23 representa las aspiraciones del pueblo congoleño. Esto es inadmisible para un jefe de Estado que luchó contra ese mismo movimiento rebelde en 2008 y 2013. En definitiva, creo que el tribunal ha dictado la sentencia que la población esperaba, ya que, 24 horas después del anuncio de esta decisión, no se ha registrado ningún movimiento de protesta en todo el territorio nacional», subraya.
Y concluye: «Kabila debe asumir sus responsabilidades en lugar de hacer de Poncio Pilato mientras sus declaraciones contradicen lo que afirman sus hombres. Ha elegido la vía de las armas para volver al poder; debe asumir las consecuencias».
Julián Gómez-Cambronero, analista y promotor del blog @CongoActual, señala que «detrás de esta condena hay cosas que se nos escapan al común de los mortales y que no son más que juegos de poder, independientemente de que Kabila pueda ser culpable de parte de las muchas cosas que le achacan. Lo único que tengo claro es a Kabila no lo van a ejecutar y temo que desate enfrentamientos sangrientos entre partidarios y contrarios, y que distraiga de los verdaderos problemas que cada día que pasa provocan más sufrimiento en el pueblo congoleño».