Estados Unidos presentó este lunes el documento que, según la Casa Blanca, pondrá fin a la guerra de Gaza: un plan de veinte puntos que combina desmilitarización, ayuda masiva y una estructura política transitoria bajo supervisión internacional. Benjamin Netanyahu aceptó la oferta durante … una reunión en la Casa Blanca; queda ahora la respuesta de Hamás.
«Si Hamás lo rechaza, será el responsable», dijo Donald Trump, que añadió que en ese caso Israel tendrá libertad de actuación total contra la organización.
De forma llamativa, los dos mandatarios no aceptaron preguntas, alegando que los detalles aún deben ser formalizados y que todos los países implicados deberían aceptar la propuesta de Trump, que parte de un documento previo elaborado por el ex primer ministro británico Tony Blair. La escena generó gran confusión porque Trump sugirió a Netanyahu responder a alguna cuestión y este se negó.
Netanyahu proclamó con solemnidad: «Apoyo su plan para poner fin a la guerra en Gaza, porque cumple nuestros objetivos. Devolverá a Israel a todos nuestros rehenes, desmantelará las capacidades militares y el poder político de Hamás, y garantizará que Gaza nunca vuelva a representar una amenaza para Israel». Celebró que Gaza quede en manos de una autoridad civil y que la seguridad de la Franja permanezca bajo control israelí.
En términos de seguridad, el plan establece que Israel no ocupará ni anexará Gaza; en su lugar, Estados Unidos, con socios árabes e internacionales, desplegará de inmediato una Fuerza Internacional de Estabilización para garantizar la seguridad, formar y apoyar a fuerzas policiales palestinas y colaborar con Egipto e Israel en el control fronterizo y la prevención del contrabando de armas.
La retirada del Ejército israelí será progresiva y estará atada a hitos de desmilitarización verificados por monitores independientes.
Canje de rehenes
La oferta incluye un canje urgente de rehenes y prisioneros concebido para producir efectos inmediatos: en un plazo de 72 horas tras la aceptación israelí se devolverían todos los cautivos, vivos o muertos. A cambio, Israel liberaría a 250 presos con pena de cadena perpetua y a 1.700 gazatíes detenidos desde el 7 de octubre de 2023, incluidas todas las mujeres y los niños. El plan añade una regla de proporcionalidad: por cada rehén israelí fallecido cuyos restos sean devueltos, Israel entregará los restos de 15 gazatíes.
Otra pieza central es la exclusión total de Hamás de cualquier papel en la administración de Gaza. El texto prohíbe su participación «directa, indirecta o de cualquier forma» y ordena la destrucción completa de túneles, arsenales e instalaciones de producción de armas, en un proceso de desmilitarización supervisado y financiado internacionalmente. A cambio, los miembros de Hamás que acepten la convivencia pacífica y la desmilitarización podrían recibir amnistía; quienes prefieran marcharse dispondrán de pasajes seguros hacia países receptores.
La gestión civil del enclave quedaría en manos de un comité palestino tecnocrático y apolítico, apoyado por expertos internacionales y supervisado por una nueva «Junta de la Paz». Según el plan, ese organismo, presidido por Donald Trump en persona y con figuras como Tony Blair en la dirección operativa, fijaría los marcos institucionales, controlaría la financiación de la reconstrucción y vigilaría el proceso de transición hasta que la Autoridad Palestina, tras reformas, pudiera recuperar el control efectivo.
Paquete de reconstrucción
El plan incorpora además un ambicioso paquete de reconstrucción: rehabilitación de infraestructuras básicas, entrada de ayuda humanitaria sin interferencias, creación de una zona franca y estímulos para atraer inversión extranjera.
Trump presentó la propuesta como una alternativa entre la guerra sin fin y «la oportunidad de construir un Gaza en paz con sus vecinos». En la rueda de prensa subrayó que muchos gobiernos y actores regionales ya han dado su aval; la aceptación de Netanyahu, dijo, abre la puerta a la implementación rápida.
Sin embargo, insistió en que la clave es Hamás: «Si Hamás lo rechaza, será el responsable», repitió, y aseguró que Washington ha dejado «todas las opciones sobre la mesa» para actuar contra la amenaza que, a su juicio, representa la organización.
El plan, en su alcance y en el protagonismo que confiere a Estados Unidos —presidencia de la Junta de la Paz y papel central en la fuerza internacional—, dista mucho del primer esbozo que Trump dio en febrero, cuando imaginó transformar la Franja en una especie de «Riviera de Oriente Próximo», con rascacielos, resorts y playas turísticas. Ahora el foco está en la seguridad, la desmilitarización y en un marco político controlado por Washington mientras dura la transición.
Un hito diplomático
En el terreno diplomático, la aceptación de Netanyahu marca un hito: por primera vez desde el inicio del conflicto, el primer ministro israelí aprueba públicamente una hoja de ruta que incluye repliegue militar parcial y supervisión internacional. Netanyahu declaró que «estos objetivos deben cumplirse, y se cumplirán por las buenas o por las malas».
Si Hamás acepta, el plan promete un cese de las operaciones y una rápida apertura de corredores humanitarios. Si lo rechaza, la región se encamina hacia una nueva fase de presión militar redoblada.
La ambición del proyecto es indudable y su implementación, compleja. Sus defensores dicen que solo un protagonismo decidido de la comunidad internacional y un control férreo sobre la seguridad pueden romper el ciclo de violencia. En cualquier caso, la aceptación de Netanyahu convierte en real el desafío inmediato: lograr que Hamás diga sí o que, de no hacerlo, la región asuma las consecuencias que Trump y sus aliados han prometido ejecutar.
Netanyahu agradeció también el bloqueo de Estados Unidos al reconocimiento del Estado palestino en la ONU, al considerarlo un paso práctico y realista para los próximos años. Según dijo, «Gaza no debe ser administrada por Hamás ni por la Autoridad Palestina, sino por quienes quieran la paz para y con Israel». Trump logró además que Netanyahu hablara por teléfono con el primer ministro de Qatar, Mohamed al Thani, y le pidiera disculpas por el ataque de inicios de septiembre en Doha, que según el propio primer ministro israelí iba destinado únicamente a eliminar a líderes de Hamás. En la operación murió un soldado qatarí.