Si hay una figura que llama la atención dentro de Banco Sabadell es la del mexicano David Martínez Guzmán, el segundo mayor accionista del banco catalán con el 3,86% y también consejero dominical en el consejo de administración. Un tipo misterioso del … que todo el mercado lleva pendiente las últimas semanas por su posición respecto a la opa de BBVA. En el nuevo informe que ha emitido el consejo de la entidad sobre la oferta mejorada de los vascos, Martínez ha vuelto a ser la nota díscola.
El inversor mexicano ha anunciado que acudirá a la opa de BBVA, rompiendo así la unanimidad en contra del consejo del Sabadell. Esto se ha producido después de que los vascos hayan aumentado el precio en un 10%, lo que ha forzado al consejo de la entidad catalana a reunirse de nuevo y emitir otra opinión.
Así las cosas, en el primer informe que emitió el consejo hace escasas semanas con su opinión y recomendación sobre la opa ya hubo discrepancias. Todo el consejo de manera unánime rechazó la operación por precio, pero David Martínez se abstuvo de apoyar la mayoría del contenido del documento; este plasmó en el informe su opinión particular para expresar que rechaza la opa por precio, pero que le ve sentido a la operación. Es por ello que pidió de manera directa a BBVA una subida de la oferta que terminó llegando días después.
El interés que despierta el mexicano en el mercado no es menor ya que es el único accionista con representación en el consejo. Sin embargo, su figura es todo un misterio. Incluso, fuentes financieras señalan que dentro del propio Sabadell hay muy pocas personas que le han llegado a conocer en persona ya que no es habitual que haga acto de presencia en las reuniones del órgano en formato físico.
El mexicano, originario de Monterrey, la capital industrial del país, es un fantasma en el banco pero todos le tienen muy presente, y también desconocido para el común de la población y parte del mercado ya que es una persona con casi nulas apariciones en público y tampoco casi imágenes suyas. Incluso, como se publicó en medios, llegó a contratar a una empresa para borrar su rastro de internet. Quien sí ha tenido más contacto con él es el presidente de la entidad catalana, Josep Oliu, pero Martínez, haciendo honor a algún apodo que le ponen en el mercado, ha hecho gala de su posición como inversor en busca de rentabilidad. Fuentes financieras lo definen como un tiburón de los negocios; de hecho, su empresa de inversión estaba especializada en sus inicios en sacar partido de compañías prácticamente en quiebra o en problemas financieros.
Es una de las personas más ricas de Iberoamérica, natural de México, pero su actividad le lleva más al norte de su país de origen. Vive en Nueva York y allí es el mexicano más rico de Wall Street, aunque algunas informaciones le sitúan también algunas temporadas en Londres. De profesión, inversor. Posee el grupo Fintech Advisory, desde cuyas filiales realiza sus apuestas por todo el mundo. Se le llegó a apodar el hombre más rico de Argentina y su nombre saltó ligeramente a la fama por ser uno de los salvavidas del país a nivel económico en épocas no muy lejanas.
Martínez es un desconocido para el común de la población y también para el mercado al cuidar mucho su discreción
Tiene exposición o ha tenido a empresas como Alfa, Vitro, Cemex, Clarín… y Banco Sabadell, donde llegó hace más de una década para acudir a una ampliación de capital como inversor institucional. En la entidad catalana, según cuentan quienes le conocen, es una persona valorada y respetada, además de inteligente. Como curiosidad, en su momento formó parte de los Legionarios de Cristo.
Pese a ese peso en compañías a nivel global, es una persona celosa de su intimidad. Su fortuna se calcula en unos 4.000 millones de dólares y aunque no reside en México, se cuentan algunas historias sobre su relación con el poder en su país. Por ejemplo, cuando trataba con el presidente mexicano López Obrador, como publicó ABC, siempre era por las noches, en el Palacio Nacional, cuando menos gente circulaba por el edificio. O cuentan las fuentes consultadas que su culto a la discreción suele traer a la memoria, entre hombres de negocios de Monterrey, lo sucedido durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando el entonces presidente fue a inaugurar una instalación de Vitro. Por protocolo, que en este país es sumamente estricto, el inversor debía estar en primera fila, cerca de Peña Nieto, pero para evitar salir en las fotos pidió el asiento más alejado del mandatario, el que daba a un corredor lateral, cerca de la salida de emergencias.