Apenas había pasado un mes desde que en septiembre de 2024 se hiciera oficial el nombramiento de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España cuando la institución difundió un muy comentado documento ocasional sobre la situación del mercado de la vivienda, que … vino reajustar la referencia oficial que hasta entonces había utilizado el supervisor para medir la magnitud del problema del déficit de viviendas en España.
De un plumazo el déficit de 600.000 viviendas entre la oferta real disponible y la demanda de creación de nuevos hogares proyectada por el INE, que el Banco de España había puesto de manifiesto en el que fue uno de los últimos informes de la etapa de gobierno de Pablo Hernández de Cos, se vio recortado en más de 100.000 hasta rebajar esa brecha al entorno del medio millón de inmuebles por la vía de utilizar una medición plurianual (periodo 2022-2024) y no anual del asunto.
No solo se rebajó la magnitud cuantitativa del problema sino que también se matizó y se abrió la puerta a una mejora de perspectivas a futuro. El informe sostenía que, en realidad, si solo se tuviera en cuenta la brecha entre la oferta y la demanda de primera vivienda de la población residente ese déficit sería de 365.000 viviendas, porque las 120.000 restantes respondía a la demanda no satisfecha de lo no residentes. También auguraba un futuro alentador por la mejora de los datos de construcción de vivienda, la evolución más contenida del incremento de los hogares y la movilización de viviendas residenciales en los territorios más agobiados por la carencia de pisos para sus ciudadanos.
Un futuro más sombrío
No ha pasado ni un año desde la publicación de ese informe y el gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, manifestó ayer, en una conferencia pronunciada en el Consejo General de Economistas, una visión mucho más sombría sobre las perspectivas del mercado inmobiliario.
Para empezar ha recuperado la medición anual como referencia para estimar las viviendas que sería necesario construir para atender la demanda existente, lo que ha disparado hasta 700.000 el déficit de viviendas que estima el Banco de España en el mercado inmobiliario español. Se trata, según matizó ayer el gobernador, de una cifra provisional, que trata de anticipar lo que ocurrirá al cierre de 2025, pero descuenta que esa brecha se ensanchará en más de 100.000 viviendas a lo largo del año por la insuficiencia de la construcción de viviendas para atender la desbocada demanda existente.
Escrivá señaló esta brecha como la raíz del incremento de los precios de la vivienda en España y no dudó en identificar el asunto como uno de los cuatro grandes riesgos que afronta la economía española a futuro.
El gobernador, que reiteró su ya conocida posición de que el problema de la vivienda en España es más de falta de oferta que de demanda y que es por el lado de la oferta por donde se debe combatir, recalcó que el asunto ha alcanzado la suficiente magnitud para que «todas las administraciones e incluso la sociedad en su conjunto» se esfuercen de manera conjunta en buscarle una solución.
«Si la oferta no consigue crecer a un ritmo muy superior al que lo hace ahora, lo que va a ser muy difícil, el problema puede ir a peor en el futuro«, advirtió Escrivá.
El gobernador entiende que el problema de la vivienda ya ha trascendido su dimensión social e intergeneracional para convertirse en un problema económico de primera magnitud, que amenaza con lastra el crecimiento de la economía en los próximos años. «La escasez del stock de vivienda para hacer frente al creciente ritmo de creación de hogares se está convirtiendo en un cuello de botella para el mercado de trabajo, sobre todo en áreas que están mostrando mucho dinamismo« , alertó ayer el gobernador del Banco de España, en relación a las dificultades que están encontrando las empresas de sectores de alto valor añadido no ya para captar talento sino para encontrarles un sitio donde poder vivir.
A ojos del gobernador del Banco de España el de la vivienda es un borrón en un comportamiento más saludable de la economía española, que en su opinión está logrando crecer a un ritmo vigoroso sin acumular los desequilibrios de otras fases de crecimiento anteriores: registrando un superávit por cuenta corriente y manteniendo a raya el endeudamiento privado.