Hoy quiero hacer una reflexión sobre los términos «progreso» y «progresismo». ¿Qué es el progreso? Según Diccionario de la Real Academia Española, es «la acción de ir hacia delante o un avance, adelanto y perfeccionamiento«. También implica una mejora, desarrollo o crecimiento, que puede referirse … tanto a avances físicos como a un mayor nivel de prosperidad, civilización o cultura.
¿Que significa «progresismo»? «Es una filosofía política que aboga por el cambio social mediante la implementación de políticas reformistas e innovadoras, buscando el progreso en los ámbitos social, político y económico».
Considerando que los avances en ciencia, tecnología, desarrollo económico y organización social son vitales para mejorar la condición humana, el progresismo adquirió gran relevancia en Europa durante los siglos XVIII y XIX.
Durante este período, impulsado por movimientos culturales como la Ilustración y el positivismo de Auguste Comte, comenzó a extenderse la creencia de que el continente podía progresar desde condiciones incivilizadas hacia la civilización mediante el fortalecimiento de los cimientos del conocimiento empírico como base de la sociedad.
Algunos sitúan el inicio de la Ilustración en la publicación del ‘Discurso del Método’ de René Descartes en 1637, que sostenía el método de dudar sistemáticamente de todo a menos que haya una razón bien fundada para aceptarlo, y sentenció: «Cogito, ergo sum»(«Pienso, luego existo»).
Figuras clave de la Ilustración creían que el progreso era universalmente aplicable a cualquier contexto social y que podría llegar desde Europa al resto del mundo.
Históricamente, el progresismo y la palabra «progresista» se han asociado, y siguen asociándose, con la izquierda política que se ha apropiado por razones históricas e ideológicas de esta definición, en contraposición al conservadurismo atribuido a la derecha.
Es de subrayar que, en general, el progresismo como tendencia política suele entenderse como pragmático y no ideológico.
La definición de progresista es de quien busca esencialmente transformar las estructuras políticas, económicas y sociales mediante reformas graduales y progresivas. ¿Es posible entonces pensar realmente que sólo la izquierda es la depositaria del progreso mientras los demás no lo quieren?
En democracia, el progreso se genera por la comparación e incluso por el choque de ideas, y se basa en la generación de riqueza por parte de la Sociedad civil, en particular, gracias las iniciativas privadas en todos los ámbitos. ¿Puede entonces atribuirse el progreso a una sola parte política?
¿Pueden también el centro y la derecha reivindicar una orientación progresista si apoyan reformas y cambios positivos para el desarrollo de la sociedad? En sentido estricto, cualquier postura política que apoye el cambio y las reformas positivas en la sociedad, incluyendo el centro y la derecha, puede perseguir el progreso.
A lo largo de la historia, el centro y la derecha han generado experiencias de progresismo reformista y no revolucionario, especialmente en ámbitos liberales, nacionalistas y moderadamente conservadores. Sin embargo, esta distinción es distinta de las versiones más radicales del progresismo típicas de la izquierda.
El progresismo debe medirse por el deseo, las ideas y, sobre todo, por las acciones que mejoran realmente la sociedad, independientemente de quién trabaje por esta mejora, ya sea de izquierda, centro o derecha.
El progreso no es monopolio de nadie; solo puede atribuirse la definición de progresistas a quienes realmente, sin color político predeterminado, contribuyen al progreso que la sociedad misma reconoce como tal.