29/09/2025 a las 04:53h.
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Cuando no puedes hacer reformas de gran alcance, siempre queda la posibilidad de hacer favores concretos. Esto es lo que ha sucedido en Andalucía con la promesa de nuevas deducciones fiscales de la Junta que preside Juanma Moreno Bonilla: a un anuncio relacionado con nuevas … deducciones por el alquiler de vivienda para discapacitados y rentas bajas, que es muy relevante, se le han unido otros que permitirán desgravarse hasta 100 euros por la cuota del gimnasio o los gastos de un animal de compañía (no de servicio o de asistencia). El impacto redistributivo de la medida es nulo: beneficia a quien ya puede permitirse pagar una cuota mensual o un veterinario. Favorece a los dueños de gimnasios y clínicas, no al ciudadano medio. Son medidas fiscalmente irrelevantes, pensadas más para el titular de prensa que para corregir inequidades.
El caso andaluz es una muestra de cómo el populismo –no solo el fiscal– prospera a izquierda y derecha en España. Y es significativo que los primeros en detectar una medida populista sean los populistas profesionales. Jordi Turull de Junts se adelantó a todos para acusar a Moreno de «subvencionar gimnasios y perros con el dinero de los catalanes». No es una simple excentricidad verbal, sino el enésimo recurso al agravio fiscal como palanca identitaria. La retórica de Junts es hipócrita: denuncia el supuesto derroche ajeno mientras la Generalitat mantiene una red de ’embajadas’ en el exterior que duplican funciones estatales. Estas estructuras cuestan decenas de millones de euros al año y su utilidad práctica es escasa. Difícil hablar de infrafinanciación mientras se sostienen duplicidades de ese calibre.
Atrapados en este duelo estéril están los ciudadanos a los que se trata como menores de edad. Juanma Moreno logró una mayoría histórica en 2022 tras casi cuatro décadas de hegemonía socialista en su comunidad autónoma. Sin esperar una revolución liberal, muchos confiaban en que abriría más espacio a la iniciativa privada, siguiendo el modelo de la Comunidad de Madrid, que Junts envidia secretamente para Cataluña pero que no se atreve a enunciar al estar atrapada en una dinámica extractiva. A diferencia de Díaz Ayuso, que ya recibió una administración fiscalmente desgrasada, Moreno Bonilla sí tenía margen para crear una nueva cultura tributaria. Pero eso requiere voluntad política y buenos fiscalistas.
La realidad impone límites. Andalucía pierde unos 1.500 millones anuales por un sistema de financiación desfasado. En 2024, cerró con un déficit del 0,74 % del PIB (1.581 millones), y la Airef advierte que el gasto computable crecerá muy por encima del límite permitido. En este escenario, rebajar impuestos con ambición es complicado. Pero si no se puede reducir la carga fiscal, al menos cabría esperar una agenda firme de desregulación para quitar palos en las ruedas. jmuller@abc.es
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