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Hoy por hoy un triunfo de Vox en unas elecciones generales es ciencia ficción. También parecía inverosímil que Donald Trump volviese a la Casa Blanca después de haber protagonizado un golpe de Estado, y ahí está. Tampoco era creíble que en la progresista Italia la ultraderecha conquistase el Quirinal y ya no sorprende a nadie ver a Giorgia Meloni dirigir el destino del país alpino. Y podría ocurrir un tanto de lo mismo en la ilustrada Francia con Marine Le Pen sin que el mundo económico se echara las manos a la cabeza.
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