¿Qué diferencia hay entre matar a alguien con el disparo de un rifle con mira telescópica y munición de caza y matar a otro hombre de un balazo de 9 mm.? Al activista pro Donald Trump le asesinó un fanático enloquecido a más de … 150 metros. A cientos de inocentes les mataron los terroristas de ETA (en España y hasta anteayer) de un disparo a quemarropa o a pocos centímetros de distancia. No encuentro, aterrado, ninguna diferencia entre cómo se desploma un ser humano cuando un cartucho le revienta la yugular, respecto a cómo se derrumba otro ser humano después de que le descerrajen un balazo en la sien. Cuando hasta hace unos años, los asesinos etarras reivindicaban algún crimen o alguna matanza siempre surgía algún desgraciado diciendo o insinuando aquello de… «algo habrá hecho». Exactamente igual que ahora en EE.UU. con Charlie Kirk.
¿Alguien se imagina que dentro de 10 años, un movimiento en apoyo al asesino Tyler Robinson sea clave para el Gobierno de la Casa Blanca? Pues aquí, y siento mucho decirlo, el partido político de esos asesinos etarras es socio fundamental del Gobierno. ¿Se imagina que dentro de pocos años reciban al asesino de Charlie Kirk con vítores, fiestas y homenajes en Utah, como aquí se recibe a los asesinos de ETA o se les homenajea en las fiestas populares cada vez que sueltan a uno?
Hemos visto un asesinato en directo en una universidad de Utah. Cuesta aguantar la vista en la pantalla al ver el chorro de sangre disparado desde el cuello de la víctima. Menos mal que la mayoría no vimos en directo cómo caía sobre su almuerzo Gregorio Ordóñez, cómo se desplomaba Miguel Ángel Blanco o caía fulminado Fernando Múgica sobre una acera de San Sebastián. Y así cientos y cientos de víctimas. El horror en torno a Kirk ha debido ser muy similar al terror en aquel despacho de los abogados de Atocha. Porque unos y otros, allí y aquí, han sido víctimas de la locura y el disparate de un odio infinito hasta su asesinato, simple y llanamente, por pensar muy distinto.
Y me da igual que el asesino se llame Tyler Robinson que Txapote, De Juana Chaos, Lasarte, Gallastegui, Ternera, Pakito, López Riaño o García Juliá… me dan lo mismo porque todos son iguales. Son criminales por odio, por una ideología enloquecida, solo que con alguna notable diferencia:
Al asesino Tyler Robinson… que Dios le abra las puertas del infierno. A los nuestros, a los asesinos de aquí, les siguen aplaudiendo en sus pueblos y, lo que es más repugnante, el Gobierno de España se rinde y nos humilla ante su brazo político tras un relato cobarde, cínico y, sobre todo, egoísta.
PD: No sé aún el porqué pero cuando cae asesinado un Charlie Kirk sobrevuela un runrún similar a «algo habrá hecho» o «eso le pasa por…». Exactamente igual que cuando torturaron a tantos como Ortega Lara o reventaron a tantos como a aquellos guardias civiles en un autobús. No matarás. No al odio infinito. ¿Tan difícil es?