La relación entre sitio, ciudad y arte se privilegia cada vez más debido a una mayor conciencia de que el mundo necesita humanizarse y a que la ciudad es el mayor espacio de interacciones humanas. Junto al urbanismo aparece el arte, con una notable transformación al salir de los museos y galerías y proyectarse al espacio exterior.
Las grandes ciudades se llenan de proyectos púbicos; instalaciones de arquitectura, festivales de música y arte o varios espectáculos en parques o calles. Hay otras acciones periódicas, las bienales, que pueden tomar la ciudad como objetivo, tal cual pasa en este momento con la de São Paulo y la de Bogotá.
Mientras en São Paulo, quizá la de mayor tradición urbana, titulada ‘La humanidad como práctica’, la dividieron en 6 capítulos, gramáticas insurgentes o ritmos espaciales y a cada uno se le asignó un lugar de la ciudad; la de Bogotá, en su primera edición, la noto más por beligerante y decidida a tomarse toda la urbe con más de 20 sedes, y cada una programando asuntos para caminarla, meterse en sus rutinas y su vida diaria con el propósito de convertir a la misma ciudad en una gran obra de arte público, bajo la acción de más de 100 artista convocados.
Lo que anima a estos artistas públicos en relación con la urbe es dotarla de sitios específicos; bien una recuperación de lo que era o un intento por instituir sitio y hacer un arte antropológico o contextual, lo que se ha denominado cultura en acción o, prefiero, arte en acción. ¿Pero qué es el arte público? En mi libro Atmósferas ciudadanas me ocupo de ello conciliando tradiciones sobre el tema.
Algo muy distinto será una escultura en el espacio público que el arte púbico, paso de lo descriptivo a lo contextual. Este arte público permea el pensamiento social, actúa como un exorcismo estético para afectar la vida del ciudadano, ampliar su visión del mundo y de ahí un arte político. El objetivo de estas intervenciones o dramaturgias es generar praxis colectiva y por esta vía una humanización del mundo.
Distintos pensadores le han encontrado una denominación; Kenneth Frampton, “regionalismo crítico”; F. Jameson, “mapeo cognitivo”; Michel de Certau, “caminar la ciudad”. Lo que al final todos quieren es que el arte se haga más público, para que no seamos público de audiencias sino ciudadanos presentes en una ciudad de frente a sus identidades.
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