19 de septiembre
Este principio debería recordar que entidades infrasoberanas deben actuar primero, y que la Unión solo debe intervenir cuando la acción de estas resulta insuficiente
19/09/2025
Actualizado a las 12:43h.
Cuando VOX, junto a Le Pen, Orbán, Salvini y otros, celebran aquelarres nacionalistas bajo la bandera de los Patriots, defendiendo la llamada ‘Europa de las naciones’ frente a los principios de la Unión Europea, lo hacen aferrándose al fronterismo y al supremacismo inherentes a todo nacionalismo. Su argumento se apoya en la idea de que los Estados han entregado a Bruselas la soberanía nacional, lo cual, aunque no sea del todo cierto, encuentra respaldo en la escasa aplicación del principio de subsidiariedad, consagrado en el artículo 5 del Tratado de la Unión Europea.
Este principio debería recordar que entidades infrasoberanas –como municipios, comunidades autónomas o incluso los propios Estados– deben actuar primero, y que la Unión solo debe intervenir cuando la acción de estas resulta insuficiente. Sin embargo, la inacción en la aplicación real de la subsidiariedad provoca efectos muy negativos, especialmente en sectores como el agrario, que se ve invadido por la injerencia de una burocracia europea desmesurada, empeñada en justificar su existencia –y los pingües sueldos que perciben– sin contar con el conocimiento ni la experiencia necesarios para atender las necesidades concretas del campo en cada Estado.
Por ello, los Estados deben exigir el respeto al principio de subsidiariedad, del mismo modo que ellos mismos han de aplicarlo con sus propias entidades de base territorial inferior.
Pablo Naranjo. Majadahonda
Maternidad
Mi esposa y yo seguimos dándole vueltas al telediario de TVE, en el que apareció una sección sobre las llamadas ‘madres agotadas’. Según el reportaje, el frenético ritmo que les impone el trabajo, la atención a los hijos y la vida moderna las deja exhaustas. Y, para colmo, lo titulan en inglés: ‘Mothers matter’ –’Las madres son lo que importa’–. Cualquiera diría que se trataba de un anuncio publicitario encubierto de algún producto vigorizante. Válgame Dios.
Supongo que ese ritmo estresante tendrá algo que ver con la tasa de 1,12 hijos por mujer, que es la cifra actual en España. Pero seamos serios: la información debería plantearse con honestidad, cuidando y promoviendo esta ratio tan necesaria, y no dándole pábulo a quienes aseguran agotarse en lugar de afrontar con naturalidad la vida que llevan.
Un tratamiento informativo más justo debería reconocer también el papel de las madres que sacaron adelante a ellas y a una o dos hijas más con ilusión y empeño, sin tanto aspaviento ni alarde.
Y eso, sin contar con los abuelos, a quienes ahora muchos padres encomiendan el cuidado de los nietos bajo el pretexto de la dificultad económica de la crianza. Nunca ha habido tanta ayuda pública y empresarial para atender a los bebés: un año de excedencia laboral para su cuidado, guarderías asequibles, escolarización temprana… En fin, un poco de honestidad, por favor, en este mundo de pasteleo que nos estamos fabricando.
Enrique López de Turíso. Vitoria
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