La necesidad de prepararnos ante las eventualidades, en un mundo lleno de incertidumbres, fue la que dio vida a la medición consistente de cifras. En el antiguo Egipto, la medición de las crecidas del Nilo permitió anticipar cosechas y organizar grandes obras, incluidas las pirámides que aún hoy nos asombran. Siglos después, civilizaciones como la china y romana perfeccionaron el arte de censar y registrar a sus ciudadanos y estructurar un modelo de gobierno basado en la organización de su población y su territorio, e incluso en Suramérica los incas diseñaron un sistema de múltiples censos permanentes dentro de sus cuentas quipu.
Así como las grandes civilizaciones antiguas descubrieron en la medición una herramienta para organizarse y proyectarse, en la era moderna es una necesidad para la planeación estratégica e incluso un termómetro del desarrollo. Las economías modernas están, ahora, generando muchos más bienes intangibles que incluyen los datos y la información que nos ayudan a tomar decisiones a diario y, por ende, nos hacen más productivos.
En Colombia, desde 1953 el Dane tiene la misión de garantizar que cada cifra oficial no sea solo un porcentaje sobre la inflación, la desocupación, la carga ambiental de cierta actividad o la calidad de vida de las y los colombianos, sino también una semilla de prosperidad que abra oportunidades, oriente políticas públicas e impulse la economía con independencia técnica y transparencia.
Esa independencia técnica no es un privilegio institucional: es el prestigio construido a lo largo de más de siete décadas de historia en las que el Dane ha hecho de la confianza con la sociedad colombiana su mayor compromiso. Cada cifra publicada refleja con rigurosidad técnica y transparencia la realidad del país, más allá de cualquier circunstancia coyuntural o política.
Con la Ley 2335 de 2023, o ley estadística como la llamamos en el Dane, no solo el país subrayó la importancia de los principios de coherencia, exactitud, imparcialidad, transparencia y calidad de las cifras, sino que también reafirmó al Dane como el ente rector del Sistema Estadístico Nacional, alineándolo con los más altos estándares internacionales.
Las cifras con calidad no son un fin en sí mismas: son semillas que germinan en confianza, florecen en decisiones ágiles y dan frutos en oportunidades para todos y todas.
De hecho, Colombia se ubica en el top tres de las oficinas estadísticas de América Latina con una puntuación de 87,3 en el Índice de Desempeño Estadístico del Banco Mundial, luego de Costa Rica (88,5) y Chile (86,8), en la región, y acercándose a referentes como Japón (90,9) o Suiza (90,3).
Estos resultados se deben también al fortalecimiento en los últimos dos años de la infraestructura tecnológica del Dane con uno de los sistemas de ciberseguridad de primer nivel en el país y la región, el cual garantiza la calidad con la que se recoge cada dato y se procesa cada cifra.
Hoy, el Dane cuenta con un universo de datos autónomo y seguro, con soluciones en la nube que procesan millones de registros con rapidez y trazabilidad. Además, ha renovado más de 16.700 dispositivos móviles de captura, implementado la plataforma Genia para transmisión y trazabilidad en tiempo real, logrado interoperabilidad segura con 53 entidades públicas y abierto tableros digitales para la consulta gratuita de cifras clave como el IPC, el PIB y las Estadísticas vitales para toda la ciudadanía.
En tiempos en los que la confianza es un bien escaso, la tecnología se convierte en nuestro mejor aliado para ofrecer estadísticas producidas con imparcialidad e independencia técnica, tal como lo exige la Ley 2335. Cada avance tecnológico representa, en esencia, una garantía adicional de independencia, calidad y transparencia con cifras verificables.
Del mismo modo, hemos fortalecido nuestras prácticas éticas, la solidez metodológica y la apertura de los datos, entendiendo que lo que entregamos a la sociedad no son simples números transformados en porcentajes, sino certezas para orientar decisiones públicas y privadas.
Las cifras con calidad no son un fin en sí mismas: son semillas que germinan en confianza, florecen en decisiones ágiles y dan frutos en oportunidades para todos y todas. Así como las antiguas civilizaciones supieron medir para prosperar, hoy la tarea del Dane es seguir sembrando con rigor y transparencia las cifras que mañana serán la obra perdurable de un país que se reconoce en ellas y confía para trazar un futuro más próspero.
* Directora del Dane