Todo en el presidente Gustavo Petro va de mal en peor. Aparte del despiporre del sistema de salud, del acelerado deterioro de la seguridad en amplias zonas del país y del alto riesgo de un apagón el año entrante, con un minminas y Energía, Edwin Palma, acusado de muy oscuras maniobras y negocios cuando actuó como interventor de la empresa Air-e, la salud física y mental del mandatario genera cada día más interrogantes. A sus delirios verbales frente a las cámaras se suma una tos que no lo deja hablar por causa de un cuadro que, según él mismo confiesa, arrastra desde hace semanas. Es que no hay cuerpo que aguante tanto…
Como si lo anterior no fuera bastante, Petro nos quiere enredar en la crisis de Venezuela, reconvertido en gran amigo del dictador Nicolás Maduro, el mismo cuya fraudulenta victoria en las elecciones de julio de 2024 el Gobierno colombiano nunca ha reconocido. Primero, Petro firmó un inconstitucional memorando de acuerdo con el sátrapa de Caracas para crear una zona binacional a lo largo de la frontera, que ojalá la Corte Constitucional tumbe pronto, pues cualquier tratado de esas dimensiones debe, según la carta, ser aprobado primero por el Congreso.
Y segundo, mientras Maduro copa la frontera con Colombia con miles de militares, Petro quiere mandar –a petición del tirano– 25.000 soldados al Catatumbo, la muy caliente zona fronteriza donde el Eln y las disidencias de las Farc se pelean el negocio de la cocaína, a sangre y fuego. Nadie sabe de dónde va a sacar 25.000 soldados, con lo debilitada que está la tropa. No los envió durante los muchos meses en que esas bandas asolaron la región. Lo hace ahora que Maduro le pide apoyo, aculillado como están él y otro loco, su aliado Diosdado Cabello, por la presencia frente a Venezuela de media docena de buques de guerra y un submarino nuclear de Estados Unidos.
No es claro a qué juega Petro. Pero es evidente que a los colombianos, su nuevo e improvisado capricho nos puede salir carísimo. ¿A cuenta de qué nos vamos a involucrar en una trifulca entre Washington y Caracas? Aparte de darles cobijo y patrocinio a los criminales del Eln, las Farc y otras bandas de asesinos, el régimen chavista no nos ha hecho un solo favor que amerite este arranque de solidaridad con tan ilegítimo gobierno.
No tengo idea de lo que pretende la administración de Donald Trump con el envío de semejante armada. ¿Una invasión? La fuerza desplegada apenas cuenta con 5.000 militares capaces de combatir en tierra. En 1989, para invadir Panamá y derrocar a otro narcodictador, el general Manuel A. Noriega, George Bush padre necesitó 26.000 soldados: y eso que Panamá es 12 veces más pequeño que Venezuela, y carece de altas montañas. Además, en campaña Trump prometió que no enviaría tropas de su país a suelo extranjero para iniciar guerra alguna.
No es claro a qué juega Petro. Pero es evidente que a los colombianos, su nuevo e improvisado capricho nos puede salir carísimo
Mucho más que un frío estratega, Trump es hombre de bravuconadas, y este despliegue aeronaval parece una más. Conocedores del tema creen que Washington busca estimular un levantamiento militar interno contra Maduro, que abra las puertas a una operación de comando para capturar al tirano, combinada quizás con bombardeos puntuales. Pero todo eso es bastante incierto, entre otras porque con el cuentico de la rebelión militar interna llevamos años, y hasta ahora no ha ocurrido.
Ojalá se diera, pero no luce probable. Y de ocurrir, no es evidente que tenga éxito ni que abra las puertas a una operación de extracción de Maduro hacia una cárcel del Tío Sam. Así que, de nuevo, ¿qué demonios hace Petro en esta tardía alianza con el dictador chavista? ¿A qué juega con los locos de Caracas? Aparte de torear a ese otro insensato que es Trump, algo que le puede salir costosísimo a Colombia si Washington decide, por ejemplo, clavarles fuertes aranceles a nuestras exportaciones, ¿para qué quiere Petro meternos a los colombianos en tan suicida aventura?
MAURICIO VARGAS
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