Durante los meses de verano, los jóvenes estudiantes pueden olvidar hasta el 30% de lo aprendido durante el año. La neuropsicóloga Raquel García Gómez explica que tiene nombre. Se llama “perdida veraniega”, y afecta especialmente a los contenidos que no se repasan ni se aplican en el día a día.
Según publica el medio Magisterio, este término fue acuñado por primera vez por el experto estadounidense James M. Pedersen, y “desde entonces”, varias investigaciones han detectado que algunas habilidades y conocimientos académicos disminuyen e incluso se pierden durante las vacaciones de verano si no se practican. El propio autor ha propuesto en algunas ocasiones un modelo de escuela que combata esta pérdida estival: un calendario continuo, que propone 45 días lectivos seguidos de 15 días de descanso.
Tal y como la experta explica, una breve pausa de dos o tres semanas “no suele tener efectos significativos”, sin embargo, “periodos como el verano sí”. “Desde el punto de vista neurobiológico”, “el aprendizaje construye redes neuronales que se refuerzan cuanto más se utilizan. Si dejamos de activarlas, estas conexiones se debilitan”, agrega.
Por todo esto, García explica que no todo lo que aprendemos se almacena de la misma forma. El aprendizaje implícito se adquiere a través de la práctica y “suele mantenerse a largo plazo”. Sin embargo, el aprendizaje explícito, por su parte, “requiere atención y esfuerzo consciente”. “Aprender a multiplicar, por ejemplo, es un aprendizaje explícito, y sí, se puede olvidar si no se practica”, asegura.
De este modo, tal y como explica en el digital, para “crear un recuerdo”, se necesita que se produzcan tres procesos: codificación, almacenaje y recuperación. “Cuando repasamos o practicamos algo que hemos aprendido, se refuerzan las conexiones de la red, y se establecen nuevas conexiones con regiones del lóbulo prefrontal, lo que hace esos recuerdos más permanentes”, relata García. “La ausencia de práctica o repaso a lo largo del tiempo supone el olvido de ese aprendizaje”, agrega.
Por todo esto, la experta asegura que existen métodos para almacenar datos y recuperarlos con facilidad. De este modo, plantea algunas recomendaciones: “calcular de memoria la cuenta de la compra, o dividir el reparto de trozos entre el total de comensales, leer una novela, analizar una película, jugar juegos de mesa o estudiar fenómenos naturales en el destino vacacional que nos encontremos”.