En 1966, el célebre monje vietnamita Thich Nhat Hahn estableció la Orden del Interser, una comunidad basada en los preceptos tradicionales del budismo, pensados para ayudar a responder a los desafíos del mundo moderno. En ese entonces, su país estaba inmerso en una guerra que duró hasta 1975 y dejó alrededor de 2 millones de civiles muertos. Thich Nhat Hahn –cariñosamente llamado Thay, ‘maestro’– estaba convencido de que practicar el budismo en aquella difícil coyuntura requería aprender a meditar caminando por poblaciones en constante amenaza de bombardeo y a ejercitar la respiración consciente mientras se atendía a un niño herido por impactos de bala. “En un ambiente de sufrimiento extremo, debemos continuar con las prácticas que mantienen viva nuestra esperanza y nuestra compasión”, decía.
Él abogaba por lo que llamó un budismo comprometido. Junto con varios colegas creó la Escuela para el Servicio de Ayuda Social y reunió cientos de estudiantes voluntarios que –luego de desarrollar habilidades prácticas y resiliencia espiritual– se unieron a los monjes y monjas que iban a los pueblos bombardeados y a las comunidades vulnerables de Vietnam para ayudar a construir escuelas y centros médicos, además de organizar cooperativas agrícolas.
Las ideas centrales de la orden de Thay están explicadas en los ‘Catorce entrenamientos de atención plena’, que sirven a las personas de guía, por ejemplo, para aprender a cultivar la compasión, la escucha profunda y la atención plena en las actividades cotidianas, y para recordar que todos los seres vivos están interconectados. Por tanto, “nuestra felicidad no está separada de la de los demás”.
Estos entrenamientos están fundados en las milenarias enseñanzas budistas y en las lecciones aprendidas por Thay durante los largos años de violencia que le tocó vivir, entre ellos los de la dictadura de Ngo Dinh Diem (1955-1963) –particularmente represiva contra los budistas– y los de la guerra de Vietnam.
Esa constante apertura al aprendizaje es clave, pues el conocimiento y las opiniones adquiridas a lo largo de la vida no son verdades inmutables.
A mediados de los 60, cuando Thay redactaba los entrenamientos en atención plena, el fanatismo de los comunistas y anticomunistas propagaba una violencia que acababa, incluso, con la vida de las personas a favor de las cuales ambos grupos decían luchar. Por ello, los primeros tres resaltan la importancia de no aferrarse a opiniones o ideologías y de cultivar una mente abierta al conocimiento. “Conscientes del sufrimiento causado por el fanatismo y la intolerancia, estamos decididos a no ser idólatras ni dejarnos llevar por ninguna doctrina, teoría o ideología, ni siquiera las budistas”, escribe el monje.
Los principios del budismo –explica Thay– no son verdades absolutas, sino herramientas útiles para aprender a conocerse a uno mismo y al mundo con curiosidad, dejando de lado los prejuicios y la mirada dualista de la realidad. “La comprensión surge de la escucha compasiva y la observación profunda, y de no aferrarse a las opiniones… La verdad está en la vida misma, por ello la observaremos en cada momento, dispuestos a seguir aprendiendo”, escribe.
Esa constante apertura al aprendizaje es clave, pues el conocimiento y las opiniones adquiridas a lo largo de la vida no son verdades inmutables. Basta con estudiar la historia de las ideas para ver cómo el conocimiento humano ha ido cambiando, y darse cuenta de la importancia de mantener vivas la duda, la curiosidad y la imaginación para avanzar en el entendimiento de nuestra experiencia y de la realidad.
Sin embargo, hoy la tendencia es a aferrarse a las opiniones e ideologías propias, a expresarlas como verdades absolutas y a pensar que la vida y la identidad de los demás se reduce a sus respectivos pareceres; particularmente los políticos. La trágica consecuencia de ello es que el fanatismo y la violencia se exacerban, la desesperanza crece, las conversaciones se vuelven repetitivas y panditas y el aprendizaje se estanca. Ante este panorama, vale la pena recordar que los entrenamientos de Thay son una propuesta y una clara guía para vivir de otra manera.