En el corazón de Sevilla, entre tapas, conversaciones y el inconfundible bullicio de la Casa Moreno, trabaja Emilio Vara, un hombre que se define tanto por su oficio de tabernero como por su vocación de poeta y filósofo. Cada domingo, sus ideas aparecen en las páginas de ABC de Sevilla, como pequeñas píldoras de sabiduría, recordándonos que la filosofía no siempre necesita academias ni tratados: a veces se sirve junto a una copa de vino y un trozo de papel escrito a mano.
Sentencias que nacen en la barra
Las reflexiones de Emilio Vara no son grandilocuentes ni pretenden serlo. Son frases breves, sentencias que beben de la vida cotidiana, de la observación paciente de su ciudad y de su gente. Escritas con una caligrafía cuidada sobre papeles blancos, cuelgan en las paredes de Casa Moreno como testimonio de que las tabernas también pueden ser templos de pensamiento.
Quien se detiene a leerlas descubre una filosofía desprovista de artificios: pensamientos sobre la amistad, la alegría, la memoria de Sevilla, o el sentido mismo de estar vivos. En un tiempo dominado por la inmediatez y las pantallas, Vara reivindica la pausa y la emoción.
El millonario contemporáneo
Él mismo se describe como un hombre rico, pero no por su cuenta bancaria, sino por su capacidad de vivir de aquello que lo emociona. En sus palabras: «vive para lo que le emociona». Esta declaración encierra una filosofía vital que lo convierte en una suerte de millonario contemporáneo: alguien que entiende la riqueza como un estado del alma, como un patrimonio hecho de recuerdos, afectos y belleza compartida.
Sevilla, musa y escenario
La ciudad es protagonista constante de sus escritos. Sevilla, con sus calles luminosas, su historia y su idiosincrasia, se convierte en espejo de sus reflexiones. Vara la observa con ternura y crítica, consciente de que la ciudad es tanto escenario como inspiración. Sus frases son una invitación a redescubrirla, a contemplarla más allá de lo turístico y lo superficial.
Filosofía servida en papel y vino
Lo extraordinario de Emilio Vara radica en que no busca reconocimiento académico ni literario: sus pensamientos nacen de la barra, del roce con quienes entran y salen de Casa Moreno, del pulso cotidiano de la vida. En ellos hay humor, profundidad y una constante apelación a lo humano.
Como en las antiguas tabernas donde los juglares contaban historias, Vara ofrece sabiduría entre cañas y tapas. Y lo hace recordándonos que, quizá, la filosofía más auténtica no se encuentra en los grandes discursos, sino en la capacidad de emocionarnos con lo pequeño.
Conclusión
Emilio Vara es mucho más que un tabernero sevillano: es un poeta de la emoción cotidiana, un filósofo de lo inmediato, un hombre que convirtió su lugar de trabajo en un espacio donde la palabra convive con el sabor. Su legado es claro: la vida merece vivirse no solo con prisa, sino con emoción, porque solo así se convierte en auténtica riqueza.