Se nos llena la boca empleando la palabra libertad y resulta que el mundo vive un periodo en el que la censura está cada vez más presente. Pensábamos que el siglo XXI iba a ser plácido, que las guerras eran cosa del pasado y que las democracias estaban consolidadas. Pero todo el tablero está saltando por los aires y se está viviendo en directo. Ayer Trump dinamitaba la Asamblea General de la ONU ante la estupefacción de medio mundo y todavía hay quien le aplaude. Por cierto, no lleva ni un año en la Casa Blanca; le quedan tres, en principio.
Mariló Montero acude como invitada al programa de Broncano, ‘ La Revuelta’
Son tiempos peligrosos para expresar libremente lo que cada uno piensa. La semana pasada, la cadena ABC, propiedad de Disney, decidió suspender “indefinidamente” el programa nocturno de Jimmy Kimmel, tras un comentario sobre la reacción de la pandilla de Trump al horrible asesinato de Charlie Kirk. Kimmel dijo en concreto esto: “Hemos tocado fondo durante el fin de semana con la pandilla MAGA intentando caracterizar a este chico que mató a Charlie Kirk como algo distinto a uno de ellos”. Bien es cierto que Disney ha rectificado y ha recuperado al showman, pero la suspensión sienta un peligroso precedente. Hace unos años era impensable que esto pudiera suceder en el hoy mal llamado mundo libre.
Jimmy reacts to ABC’s decision to suspend @JimmyKimmel after pressure from the FCC, leaving everyone thinking WTF? #FallonTonight pic.twitter.com/v5wLrPEAOM
— The Tonight Show (@FallonTonight) September 19, 2025
El despido temporal de Kimmel vino precedido que presiones de la administración Trump. No fue un hecho aislado. Trump es un presidente que no acepta la crítica y que tiene una manera cesarista de entender el mundo. Ordeno y mando, pulgar arriba o abajo. El problema es que lo que ocurre en Estados Unidos tarde o temprano acaba calando en Europa y en algunos ámbitos ya se empieza a ver cómo la degradación del modelo de libertad vigente se empieza a resquebrajar. Es un involucionismo visible en algunos casos, pero en otros no es tan detectable. Los que presumen de defender la libertad son los primeros en pisotearla cuando algo no les cuadra. Así entienden la sociedad los neocensores.
En las redes sociales, que tanto gustan a Trump y su panda, es donde están creciendo las formaciones ultras. Son lodazales donde se puede testear la deriva de una parte de la sociedad. X, YouTube, TikTok… Todas las plataformas contienen mensajes y propuestas involucionistas que cuentan con la aprobación, y a veces complicidad, de una parte de la población. Estamos, en definitiva, ante una deriva autoritaria que amenaza a las sociedades democráticas. Una maquinaria bien engrasada que resulta complicado combatir.
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En España existe una curiosa forma de entender la libertad de expresión. De momento no se censura a humoristas en televisión, pero sí hay comportamientos y declaraciones que merecen cierta atención. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hablaba de ello esta semana en la Universidad de Columbia. El Ejecutivo propone un mayor control sobre los medios de comunicación. En el PP creen que Sánchez es el censor y le comparan con Trump. Ayuso dice que en la Moncloa dirigen las portadas y Mariló Montero puede defender en horario de máxima audiencia que en este país ya no se puede decir nada, con David Broncano rectificando algo que, salta a la vista, no es real.
Ya no se puede decir nada. #LaRevuelta pic.twitter.com/8jcSZlAiua
— La Revuelta (@LaRevuelta_TVE) September 9, 2025
Este es un país en el que hay quien confía en personas que hacen negocio con un micrófono y que desprecia el trabajo de los medios de comunicación, cuando es un momento en el que el trabajo periodístico es más necesario que nunca. Las redes sociales contribuyen a crear un ambiente de mayor confusión. Son el caldo de cultivo ideal para que los comportamientos trampistas calen. Libertad, sí, pero sólo para lo que yo defiendo. Lo que opinan los otros es basura inadmisible. ¡A por ellos! Los don quijotes de la libertad olvidan que en España hubo un tiempo, no muy lejano, en que no se podía decir lo que uno quería. Hay quien quiere volver a esos tiempos.
Sin voces libres las sociedades no avanzan. Por voz libre ha de entenderse la de medios de comunicación plurales donde tengan cabida todas las opiniones. El momento es crítico. Es hora de decidir si queremos seguir la estela trumpista o plantar cara a las neodictaduras camufladas.