COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
El descenso de la natalidad significa la evidencia del fracaso de una sociedad en la que tener hijos no siempre resulta fácil ni está bien visto
Hoy da comienzo un nuevo curso escolar en Andalucía, cargado de novedades sobre nuevas metodologías, expansión del plurilingüismo -aunque sin auxiliares de conversación- e inclusión digital que, sin embargo, parece centrarse en el deseo, dejando a un lado la realidad, la cruda y preocupante realidad. … Porque la crisis demográfica también ha llegado a los colegios. Según datos del censo de población, se ha registrado un descenso significativo en el número de niños y niñas de tres años -los que de manera oficial acceden al sistema educativo- con una disminución de casi dos mil setecientos con respecto a los datos del año anterior, y sin contar con el total de 125.000 alumnos menos en todos los niveles de Educación Obligatoria, ni con la gratuidad en el acceso al sistema educativo para los niños y niñas de dos años. En el caso que nos ocupa, son 62.967 los nacidos en 2022 para los que la Junta de Andalucía ha destinado un total de 89.000 plazas escolares, lo que obliga a rebajar la ratio en las aulas, aunque esta medida no se haya hecho oficial en este curso y se haya anunciado para 2026.
El descenso de la natalidad en nuestro país, y en nuestra Comunidad Autónoma, no es un problema abstracto, significa la evidencia del fracaso de una sociedad en la que tener hijos no siempre resulta fácil ni está bien visto, ni tiene buena prensa. Y significa, además, un duro golpe para el sistema educativo. Porque si no hay niños, no hay futuro para las aulas -pienso sobre todo en las aulas mixtas y en las zonas rurales, donde la escuela agoniza- por mucha inclusión digital, mucho idioma, muchos profesores de apoyo y muchos hábitos saludables que se imparta en las aulas.
Y dirá usted, con toda la razón del mundo, que en esto de la natalidad el tema de los colegios es solo una parte de la ecuación, pero es, quizá, la más difícil de resolver por las implicaciones que tendrá a largo plazo. A la Educación no se le puede pedir que intente resolver por sí sola el problema demográfico, pero sí que se le puede exigir que forme parte del debate político en torno a las medidas que puedan revertir esta tendencia que ya parece imparable. Incentivos a la natalidad -no estoy pensando solo en un cheque-, más ayuda a las familias, menos prejuicios y una mayor atención a las necesidades -algunas de ellas tan sobrevaloradas como impostadas- de un colectivo tan vulnerable como necesario para crear una sociedad, la infancia.
A nuestra sociedad se le notan cada vez más las arrugas y los achaques de la edad. Cada vez somos menos, y más viejos. Por eso, en esta mañana de inicio de curso, deberíamos detenernos a pensar que no todo serán nervios, ilusión, sonrisas y lágrimas. No se nos debe olvidar que en esta mañana habrá veintiséis mil pupitres vacíos y seis colegios menos en Andalucía y que, si no se pone remedio, el año que viene serán más.
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