Los cajeros de supermercado acumulan diariamente curiosas experiencias con los clientes que antes solo contaban a sus allegados. Sin embargo, en tiempos donde las redes sociales se han convertido en el escaparate de nuestra vida, estos trabajadores tienen su espacio para compartir sus anécdotas y dudas existenciales.
Con más de 5.000 millones de usuarios activos, según el ‘Informe Digital 2024’, no es extraño que profesiones tan comunes como la de cajero de supermercado encuentren en las redes sociales una comunidad dispuesta a reírse, desahogarse y, por qué no, educar un poco al cliente promedio.
Entre los relatos más compartidos, recogidos por Marie France, hay una pregunta que se repite como si de un guion de comedia se tratara: “¿Está cerrada la caja?”. La escena es sencilla y conocida por todos: la cajera termina su jornada, coloca el típico cartel de “CAJA CERRADA” en la cinta transportadora, y aún así, llega alguien preguntando si está abierta. “Aunque la indicación es muy explícita, no es raro que un cliente pregunte al cajero: ‘¿Está cerrada?”, relata una cajera en el grupo de Facebook Les perles des clients.
La situación, por absurda que parezca, es solo una muestra de las muchas frases que desconciertan o desesperan al personal de caja. Otro ejemplo recurrente son los clientes que, al ver que el código de barras de un producto no pasa, sueltan el ya clásico: “¡Si no pasa, es gratis!”. Una broma repetida hasta el cansancio, que según muchos cajeros, deja de ser graciosa tras escucharse por centésima vez.
También están los intentos de ligar que terminan en momentos incómodos. “Tomo el recibo y también me gustaría tomar tu número”, cuenta un cajero en X. Su respuesta fue tan clara como contundente: “¡Así que sepan que esto nunca ha funcionado!”.
Y cuando no es el humor forzado, es el desconcierto total. Como aquella clienta que entró a la tienda por una puerta automática y preguntó: “¿Está abierta?”. La respuesta de la cajera en redes fue inevitable: “¡Si la puerta se abre, está abierta!”.
Aunque los trabajadores tratan de tomarse las interacciones con los clientes con humor, la vida detrás de una caja no es fácil, pues también tienen que hacer frente a numreosos comentarios desagradables. “Mira, cariño, si no quieres acabar de cajera y tener que pedir permiso para ir al baño, mejor estudia”, compartió una trabajadora, reflejando la falta de respeto que aún existe hacia esta labor esencial.