02/09/2025
Actualizado a las 04:26h.
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Salvador Illa está poniendo imposible aquello que algunos sueñan para él: ser el recambio natural de Pedro Sánchez, el sucesor que garantizaría una continuidad aseadita y sin ruptura. Pero cada paso que da lo ata más al destino del otro. Ya lo tenía mal … por representar al único territorio beneficiado por una legislatura sustentada en la compra fraudulenta de voluntades, pero su cesión hoy ante un prófugo como Puigdemont, tras el pacto veraniego de La Mareta, inhabilita sus credenciales en el resto de España. No podrá capitalizar el hipotético relevo tras ejercer de muleta imprescindible del presidente del Gobierno, hasta el punto de arrebatarle a Bolaños la condición de primer secretario de las claudicaciones socialistas. El error de cálculo es grande, Illa no heredará los restos, porque se habrá convertido en coprotagonista del desgaste. Quizá necesite para sobrevivir que Junts le facilite unos presupuestos a él y otros a Sánchez, pero en política conviene saber que cuando se elige ser comparsa el futuro es para otros.
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