“Amo a mi país, pero no lo reconozco en este momento.” Con esa frase, Angelina Jolie consiguió lo que parecía imposible: silenciar a la abarrotada sala de prensa del Festival de San Sebastián. La actriz estadounidense, de 50 años, convirtió la presentación de Couture en algo más que un acto promocional. Fue una confesión pública en la que se mezclaron recuerdos dolorosos, reivindicaciones políticas y lágrimas contenidas.
El desembarco de Jolie en Donosti fue digno de una estrella de Hollywood. Bajo una intensa lluvia, cientos de seguidores esperaron durante horas a las puertas del Kursaal para verla llegar enfundada en un vestido negro de terciopelo, corte sirena y tirantes. Dentro, la expectación era tal que hasta la prensa acreditada tuvo que hacer cola para entrar en la rueda de prensa, un fenómeno inédito en esta edición del festival. La actriz, sonriente al principio, terminó desarmada y emocionada frente a los focos.
Cuando fue preguntada por sus miedos, la protagonista de Couture respondió sin rodeos: “Siempre he vivido a nivel internacional. Mi familia, mis amigos, mi vida y visión es internacional, por lo que mi visión del mundo también lo es. Cualquier cosa que divida o limite las libertades personales de cualquier persona es algo muy peligroso. Son tiempos tan serios que hay que tener cuidado con lo que se dice. Estamos viviendo momentos muy difíciles”.
Couture se ambienta en plena vorágine de la Semana de la Moda de París y entrelaza las vidas de tres mujeres. Jolie interpreta a Maxime, una directora de cine diagnosticada con cáncer de mama que encuentra un inesperado refugio emocional en un colaborador, encarnado por Louis Garrel. El papel conecta directamente con su biografía: en 2013 se sometió a una doble mastectomía preventiva y años después a la extirpación de ovarios, tras perder a su madre y a su abuela por la misma enfermedad. “Fue mi elección y no me arrepiento. Los cánceres de las mujeres nos afectan a cómo nos sentimos como mujeres. La película muestra ese viaje y ofrece un mensaje importante para que cualquiera entienda el proceso”, explicó.
El recuerdo de su madre, la actriz Marcheline Bertrand, atravesó toda la comparecencia. Jolie confesó que en el rodaje llevó un collar suyo y que pensó en ella en cada momento. “Para mí es muy difícil hablar de ella. Pensé mucho en ella y probablemente todos nos hemos encontrado en una situación de estar en un hospital. No quiero llorar”, dijo, interrumpiéndose al borde del llanto. Poco después, una periodista le preguntó qué le habría dicho su madre al personaje que interpreta en la ficción. La respuesta fue un susurro cargado de emoción: “Que viviera todos los días y que se centrase en la vida. No puedes dar por sentado cualquier momento. Hay que intentar vivir al completo”.
La directora Alice Winocour, que presentó junto a Jolie la película, definió Couture como “un retrato de mujeres” y subrayó que quiso coser las vidas de tres protagonistas muy distintas. También elogió a la actriz estadounidense, a la que calificó como una “rebelde” capaz de desnudarse emocionalmente en pantalla. “Angelina se dedica totalmente a sus personajes, algo que yo admiro de los actores, que se abandonen y se muestren”, comentó.
El actor Louis Garrel, por su parte, rompió una lanza a favor de la forma en que el filme aborda el cáncer: “La mayoría de películas lo hacen desde un tono patético. Aquí no hay que tener miedo a nada cuando hablas de mujeres en general, porque la mente de los hombres es bastante más simple de lo que realmente pensáis”. A su lado, Anyer Anei, modelo sudanesa que debuta en el cine, se emocionó hasta las lágrimas al reivindicar que Couture es “la primera vez que se ve el mundo de la moda desde la perspectiva de una mujer negra”.
La ovación final, tanto para el equipo como para las declaraciones de Jolie, confirmó lo que ya era evidente: San Sebastián se rindió a una estrella que sabe usar su altavoz para hablar de lo personal y lo político a la vez. Jolie llegó con la intención de presentar una película y terminó regalando un retrato íntimo de sus heridas, de su visión del mundo y de una lucha que es tan individual como colectiva.