La pasada temporada se inició una batalla empresarial por controlar el exiguo negocio del baloncesto en Sevilla. Los hermanos Crespo —dos periodistas sevillanos que controlan el grupo Emociona Media— entraron en la puja pora comprar el Betis Baloncesto, pero les superó el polémico empresario segoviano … Pedro Fernández. Los Crespo ya habían diseñado un plan de negocio para forjar un club viable en Sevilla, así que, lejos de arredrarse, fundaron en tiempo récord el Caja87 —en homenaje al viejo Caja San Fernando— y adquirieron una plaza en tercera división. El resultado: coexistieron dos equipos/proyectos en un mercado en el que apenas hay espacio para uno.
Doce meses después, la competencia entre ambas escuadras ha tenido un final paradójico. El segoviano Pedro Fernández configuró una plantilla competitiva que fue capaz de ascender de nuevo a la ACB, la máxima categoría del baloncesto español. Sin embargo, el éxito deportivo fue un ‘arreón’ que carecía del respaldo de una estrategia económica y social. Sin capacidad financiera para sostener a la plantilla, ni patrocinadores de nivel, ni una masa social relevante, fue incapaz de cubrir las garantías necesarias para iniciar la nueva temporada y la sociedad ha quedado en el limbo, enfilando la inevitable disolución.
La peripecia del Caja87 ha sido la inversa. Un equipo armado en tiempo récord llegó al ‘play off’ de ascenso, aunque no logró subir de categoría. Pero los hermanos Crespo sí habían diseñado las líneas de cómo forjar un club rentable. En paralelo a la configuración del plantel deportivo, crearon un club de empresas que cuenta con 70 miembros, lograron patrocinios estables para los próximos cinco años, lideraron una campaña de comunicación muy ambiciosa para difundir los valores de la nueva marca (captando más de 2.500 socios) y reconstruyeron la relación sentimental con los nostálgicos del baloncesto en la capital andaluza. El equipo de Fernández triunfó en la cancha y desapareció… y dejó solo en la ciudad al Caja87, que no consiguió el ascenso pero es ahora más fuerte que antes.
El Cajasol Insolac 87 —tal como se denomina en esta nueva temporada— tiene ahora el desafío de escalar su dimensión para convertirse en una empresa deportiva de relevancia en Sevilla (que no dependa de las ayudas públicas). Si se cumple el objetivo de estar en la ACB en un plazo de cinco años, pasará de un presupuesto de un millón de euros a más de diez millones. El modelo a seguir es el club vitoriano Baskonia, que además de los ingresos deportivos tiene una línea de ropa potente y ha creado un centro de innovación con proyectos tecnológicos asociados al deporte y el entretenimiento. El tiempo dirá hasta dónde llega la aventura de los hermanos Crespo. Por el momento, el baloncesto sevillano constata que los resultados a corto plazo no llevan a ningún lugar si detrás no existe un empeño más sólido.