En las últimas horas, se han producido varios hechos que prueban el magnífico estado de las instituciones, de la Justicia, la economía y la política que tutela una momia vagamente parecida a Pedro Sánchez.
Mikel Antza, uno de los asesinos de Gregorio Ordóñez, pidió al juez que se aplace el juicio pendiente porque está de vacaciones en Mallorca. La pena, dicen, sólo tiene por objeto reinsertar al que, por culpa de la sociedad, cometió algún delito, y Otegui ya ha dicho que arde en deseos de ayudar a Sánchez a aprobar los Presupuestos del Estado Opresor. Más prueba de reinserción, imposible. Tal vez algún juez carca no tenga la sensibilidad suficiente para atender los deseos del etarra, pero la Ley de Amnistía, obra maestra de esos “jueces que hacen política” de los que habló Sánchez, hará que las familias de las víctimas indemnicen a sus asesinos, por el daño psicológico de tener que volar una casa-cuartel, un Corte Inglés o la nuca de un periodista molesto para Izpurúa. Si eran antifranquistas, son héroes.
Ayer, el presidente regional de Cataluña, quitó las banderas de un edificio pagado por todos los españoles que usa la Generalidad como embajada. Lo hizo para no molestar a Puigdemont, al que recibió con todos los honores pese -o porque- es un prófugo de la Justicia tras su Golpe de Estado en 2017, cuando PSC y PSOE decían que lo que debía hacer Rajoy, como si no hubiera jueces, era meterlo en la cárcel. O sea, que en vez de pedirle explicaciones, se las dio, en vez de pedir prisión, pidió perdón. Illa, el de los130.000 muertos, gestor y ganzúa de la masacre del Covid19, fue apoyado por Sánchez, que dice, que todo se enmarca “en la normalidad”. Como vandalizar una heladería en Barcelona, por no atender unos argentinos en catalán a un policía lingüístico. Como los padres de Canet, vamos. Los separatistas sólo delinquen “lo normal”.
También ayer, engastando ruina y humillación, el Gobierno decidió, por orden de ERC, una “quita” de la deuda autonómica que favorece a Cataluña, cuya deuda deberemos pagar todos. Y concederá un “cupo” a esa generosa región, para que recaude todos los impuestos y no aporte nada. Así todos los españoles podremos agradecer que nos siga robando.
A cambio, Sánchez prohibió una manifestación de Vox contra los menas, por la violación de una niña en Hortaleza. Menos mal que la izquierda siempre nos libra del fascismo, si no, Madrid sería Atapuerca.