Cuando habla alguien con autoridad en una materia hay que escucharle. Así que cuando Vladimir Putin da una clase magistral de represión a los opositores, conviene otorgarle autoridad. El todopoderoso presidente ruso ha asegurado al mundo que la “prohibición de oponentes políticos no funciona”. Que para eso ya lo ha probado él antes, para poder hablar con conocimiento de causa.
“Algunos países intentan prohibir a sus oponentes políticos, quienes ya comenzaron a ganar mayor legitimidad y confianza por parte del electorado. Lo conocemos, hemos pasado por eso, pero esto no funciona. Las prohibiciones no funcionan”, ha soltadoc Putin este jueves en su discurso en el Foro Valdái.
Tras un cuarto de siglo al frente de Rusia —como presidente de iure o como presidente de facto— sorteando las limitaciones legalmente establecidas y sin oposición activa debido a detenciones, exilios y desafortunadas muertes accidentales, Putin echa la culpa a Occidente.
A su juicio, son estos países los que “persiguen quimeras” entre falsas amenazas reprochadas a Rusia, dejando de lado el “bienestar” y la “seguridad” de sus propios ciudadanos.
Las palabras de Putin llegan días después de que Rusia declarase extremista y terrorista al nuevo director del Fondo Anticorrupción (FBK), organización del fallecido opositor ruso, Alexéi Navalni, quien murió de forma súbita por causas aún no aclaradas en una prisión de Siberia, donde estaba recluido por causas poco claras.
En relación a Navalni, su esposa, Yulia Naválnaya, denunció públicamente que el exlíder opositor fue asesinado por orden del Kremlin, apoyándose en las muestras recogidas del material biológico de Navalni por parte de laboratorios independientes.
Pero Navalni y su círculo no son el único objetivo de Putin. En los últimos tiempos, el país ha calificado como ‘agente extranjero’ a más de un millar de ciudadanos rusos, entre presiones judiciales y policiales para impedir sus actividades públicas.