21/09/2025 a las 22:31h.
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Una de las características básicas en las que sostiene la política democrática es la transparencia. La cualidad de proyectarse de manera accesible y comprensible, de ofrecer información clara, de hacerla, como explica literalmente el término, visible. En los últimos meses, el festival Icónica Santalucía Sevilla … Fest en la Plaza de España y el Ayuntamiento han dado alas a sus detractores a cuenta de la prórroga por seis años para la celebración del evento en este monumento al no explicar con sencillez las condiciones que la han hecho posible. Hasta esta semana, cuando tanto su promotor como desde el propio Consistorio, han asegurado que todo está en orden, es estrictamente legal y que se está trabajando en la redacción de una ordenanza que le dará aún más consistencia jurídica. Si no aportan más datos, cabe entender, es porque todavía no está definida la fórmula.
Otros empresarios ven lagunas en los términos del acuerdo, pero cierto es que no les parecía tan mal en 2021, cuando Green Cow se aventuró a traer grandes estrellas (se llegó a anunciar a Woody Allen) en un momento con aforos reducidos a la mitad por la crisis sanitaria. Ni cuando, inversión millonaria tras inversión, lograba consolidarse como el tercer evento con mayor impacto económico en la capital andaluza tras la Semana Santa y la Feria de Abril. Sólo ahora, cuando tras cinco ediciones Icónica ha atrasado en venta de entradas (277.000) y se ha erigido en el mayor festival de ciclo del país, se han levantado contra ellos, esgrimiendo una retahíla de irregularidades en el contrato que, de momento, no ha tenido consecuencias. No se sabe bien si van contra Icónica para derribar definitivamente a un fuerte rival o quieren repartirse el pastel en un sector en auge.
Sean transparentes o no, hay una realidad clara. Si otros quieren que se abra la posibilidad de hacer conciertos en la plaza diseñada por Aníbal González, éstos no se harían bajo el paraguas Icónica, marca registrada, idea de la citada empresa netamente sevillana. Cualquiera que haya asistido a algunas de sus citas valora las bondades de un concepto que no existía en la ciudad. Quien se muestra respetuoso con el patrimonio tampoco debe temer porque éste se menoscabe con la organización del festival (como tampoco por los múltiples eventos que allí se celebran). Le guste o no la música, cualquiera se siente orgulloso cuando vienen a Sevilla nombres como Jamiroqai (primer confirmado de 2026) o Justin Timberlake, situándose por delante de templos como Madrid o Barcelona. Hay que vigilar, por supuesto, que todo esté sujeto a la ley; y los políticos, obviamente, garantizarlo. Todo lo demás son consideraciones personales, intereses electoralistas y económicos que reducen el debate a estar en contra o favor de un festival que, de momento, entusiasma a los sevillanos.
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