El genocidio que está cometiendo Israel sobre el pueblo palestino y su deleznable instrumentalización política está acaparando todos los focos, dejando en la más estricta oscuridad asuntos que bien valdrían muchos minutos de televisión y varios ríos de tinta para analizar cómo unos tipos que … acaban de confesarse autores de delitos tan graves como agresión sexual con penetración y pertenencia a grupo criminal, han conseguido rebajas significativas en las penas de cárcel que les pedían las acusaciones hasta quedar a las puertas de la libertad.
Hablamos de la llamada Manada 2.0. A buen seguro que no habrá oído mucho sobre las andanzas de cinco hombres de Castelldefels o por lo menos no tanto como los pasos que dieron aquellos sevillanos por San Fermín.
Estos cinco, ya delincuentes, de familias estructuradas y alguno hasta con hijo, decidieron llevar a cabo un siniestro juego durante la pandemia. Quedaban por internet con chicas débiles, de baja autoestima. Tras ganarse su confianza, las citaban en una casa y allí las emborrachaban para después someterlas a violaciones en grupo. A esta película real de terror no le falta su grupo de whatsapp, sus grabaciones no consentidas y los comentarios repugnantes que sólo pueden ser expresados por quienes menosprecian a las mujeres hasta el punto de considerarlas simples objetos a merced del capricho del machote de turno. Muy machos, pero con pocas luces. Bautizaron a la pandilla virtual como La Manada 2.0.
Esta semana iban a ser juzgados pero un acuerdo entre las partes les ha evitado el banquillo. De los 56 años solicitados inicialmente, finalmente se les han quedado condenas que oscilan entre los tres y los ocho años. Un fallo judicial que les entrega prácticamente la llave de la libertad. La Fiscalía y el resto de acusaciones justifican este acuerdo sonrojante en aras a proteger a las víctimas. Se les ha querido evitar tener que pasar por el mal trago de volver a revivir lo ocurrido. Una de ellas no podía ni siquiera declarar por las graves secuelas psicológicas que arrastra desde entonces. Ése es el argumento defendido por el Ministerio Público en un comunicado de prensa donde trataban de explicar lo inexplicable desde una perspectiva justa que no siempre coincide con la legal.
Supone todo un fracaso del sistema que la protección a una mujer violada pase por abrirle antes la puerta de la cárcel a su agresor. Qué tipo de respuesta penal se le está dando a un depredador sexual cuya maldad anida más allá de sus propios actos. Cuesta creer que tras un breve paso por la cárcel, estos individuos habrán reeducado sus mentes y no verán a las mujeres como simples juguetes para obtener placer. No es la primera vez, ni mucho menos, que una sentencia pactada muestra las debilidades de una Justicia incapaz de ser contundente cuando urge serlo. Esperemos que no haya consecuencias.