Pasar por los controles de seguridad en los aeropuertos suele ser estresante para cualquier viajero. Sin embargo, algunos hombres han compartido experiencias aún más incómodas: los escáneres corporales de la TSA pueden activarse no por objetos peligrosos, sino por su propia anatomía.
Los escáneres modernos emplean tecnología de ondas milimétricas o detección automatizada para crear un contorno digital del cuerpo. Resaltan con colores brillantes cualquier anomalía que no coincida con la forma esperada, lo que incluye, en ocasiones, erecciones o genitales prominentes, interpretados erróneamente como objetos sospechosos.
En foros y medios internacionales, hombres han relatado momentos de vergüenza. Tras pasar por el escáner, un joven de 26 años vio un círculo rojo sobre sus genitales, lo que derivó en una revisión manual frente a un supervisor. Historias como esta, a menudo tras despedidas románticas o con ropa holgada, no son inusuales.
Algunos pasajeros advierten que incluso una pequeña erección puede activar la alarma, especialmente en cuerpos con anatomía más grande. Aunque los escáneres actuales muestran contornos abstractos y no imágenes detalladas, cualquier señal en la zona sensible suele derivar en un chequeo manual casi inevitable.
La TSA reconoce que estas situaciones pueden resultar embarazosas, pero subraya que la prioridad es la seguridad. Recomienda mantener la calma, explicar la situación con educación y, si se desea, solicitar una revisión con un oficial del mismo sexo o en un lugar privado.
Más allá de la tecnología, se trata de un fenómeno humano natural. Muchos usuarios han compartido anécdotas con humor, recordando que la fisiología no debería ser motivo de vergüenza, incluso si los escáneres interpretan sus señales de manera inesperada.