«Hay que recuperar los principios del liberalismo clásico», dice el mantra y poco más. Cuáles, dónde, cómo. La libertad de expresión quizás es el más importante y justo ese, el derecho a expresar tus ideas, es el que más molesta a los totalitarios, a … los guardianes de una supuesta superioridad moral que se quiere imponer sin debate cuando cualquiera sabe que la discusión y el intercambio de ideas es la única manera, además de los resultados de su implementación, de validar su eficacia para el bien común. El tiro mortal en el cuello de Charlie Kirk en un campus universitario de Utah simboliza el asesinato de la libertad de expresión que pretenden muchos de los que empezaron pidiendo cancelar a autores y boicoteando mesas redondas para proteger a los que se sentían ofendidos. Muchos de ellos, ayer, con el cadáver caliente de Kirk, difundían en redes las opiniones del joven conservador en contra del aborto, a favor de portar armas, casi como justificación de su asesinato. «Provocador», puso en un primer titular el New York Times para referirse a ese joven de maneras suaves y educadas que iba por todos los campus con la gira «Demuestra que me equivoco», incansable en debatir y rebatir.
La defensa de la libertad de expresión, crucial si queremos la supervivencia de la democracia, debe incluir el derecho a ofender a la corona, a la bandera y a la religión, justo lo que incomoda a una derecha que en esto no puede ser selectiva, como es la izquierda. No ofende quien quiere. Si unas locas quieren sacar en procesión a una vagina, que lo hagan. Si uno quiere quemar una bandera, que lo haga. Insultar al Rey, que lo grite. Pero también quemar un Corán, poder decir que hay trans que tienen problemas mentales, meterse con la madre de Pedro Sánchez y que hay sobrerrepresentación de magrebíes en las estadísticas de criminalidad. Que ni la islamofobia ni el antisemitismo sean la excusa para coartar la libertad de expresión. Sabemos que los supuestos delitos de odio en Gran Bretaña están llevando a detenciones por tuits. Que allí también se detienen a señoras que rezan en silencio cerca de clínicas abortistas. Y nos debe preocupar.
El tiro a Kirk debería enseñarnos lo que nos estamos jugando. Él ha dado su vida por la libertad de expresión en las democracias occidentales. Proteger el derecho a pensar y a decir lo que queramos debería ser el primer punto de esa batalla cultural que algunos dieron por muerta demasiado pronto. El asesinato de Kirk lo demuestra. Y lo que nos dé la gana es eso, insisto. Contra el Rey y contra el Islam, por ejemplo. Solo así se tendrá autoridad moral.
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