Ante la infame reclusión obligatoria de quienes han cumplido cierta edad, fuga hecha realidad de una persona mayor por canales y afluentes del río grande. Un road movie (film de carretera) que abre caminos por corrientes acuáticas tropicales, reporta apariciones de trotamundos solitarios en la ruta fluvial de quienes “ven otros mundos” y comparte maravillas naturales teñidas de azul. Gran Premio del Jurado, Oso de Plata en el Festival de Berlín.
(Le puede interesar: ).
Sendero azul (O último azul, Gabriel Mascaro, Brasil, 2025). Drama particular surgido por la resolución gubernamental de aislar a los viejos en sitios apartados de la selva amazónica. Tereza, obrera con 77 años a cuestas, encuentra en el portal de su rancho de madera un adorno que le agradece los servicios prestados al Gobierno y la orden inmediata de enclaustrarse con lugareños jubilados. Nadie quedaría exento de tan drástico arresto, sin importar que la persona esté acompañada o viva con sus hijos y nietos.
La jovial señora, quien trabaja como empacadora de babillas comestibles, evitará ser atrapada como un perro callejero y llevada en la jaula de una furgoneta al sitio asignado por ley. Deberá identificarse en los establecimientos comerciales y le queda terminantemente prohibido viajar sin autorización digital de su hija única. Decide, entonces, huir y embarcarse por su ‘cuenta y riesgo’ en aventuras inimaginables, arrastrada por el deseo primario de volar en avión a donde sea.
“Una decisión que cambiará su destino para siempre”, afirma su cartel promocional. “Un escape mágico del exilio a la libertad”, según Hollywood Reporter. “Un delirio distópico y postropical”, en palabras del director.
Mientras avanza tan hermosa y reveladora ficción brasileña, emergen imágenes increíbles: cementerio de llantas en la jungla de donde salieron, paraíso de peces exóticos y ornamentales dotados de aletas con velos, alucinaciones del caracol ‘baba azul’ que “hace ver lo que no has visto”, bote alado que se desliza como si volara encima de aguas caudalosas y… personajes enraizados en su azulosa atmósfera.
Además del fresco protagonismo de la veterana actriz Denise Weinberg, un curtido lanchero al natural interpretado por el también carioca Rodrigo Santoro, es inevitable pensar en African Queen –nombre de un barquito en plena guerra mundial colonialista–, con Humphrey Bogart (barquero) y Katharine Hepburn (misionera), en las cataratas del lago Victoria, bajo el timonel del gran realizador escenográfico John Huston.
Fitzcarraldo (Werner Herzog, Perú-Alemania, 1982). Opera-jungla, personificada por Klaus Kinski, quien asumía las extravagancias del fabricante de hielo y magnate cauchero que obligó a los aborígenes a cruzar una montaña con un barco sobre sus hombros. Del afán espectacular de conmover al espectador, con situaciones insólitas, a la descripción plana y desdramatizada del periplo a lo largo del río mayor. “Un filme contranatural, un desafío a las leyes de la naturaleza”, concepto de la Berlinale.
El abrazo de la serpiente (Ciro Guerra, Colombia, 2015). Captación de sitios recónditos y misteriosos de la selva amazónica, con el protagonismo del chamán sobreviviente tras los rastros de un expedicionario alemán desaparecido en la manigua y aquella sombra del genocidio dejada por la tristemente célebre fiebre cauchera de comienzos del siglo XX. En locaciones naturales de los departamentos de Vaupés y Guainía, rastreo investigativo de cuatro décadas atrás por un biólogo de Harvard en… El corazón de las tinieblas (Joseph Conrad).
Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004). Aprendizaje geográfico, relato de un año rural médico y exhaustivo primer viaje por Sudamérica del joven Ernesto ‘Che’ Guevara, cuyos ideales revolucionarios y de lucha social dejarán huellas andinas. Desde Buenos Aires, primero en una vieja moto (La Poderosa), travesía que desciende a Bariloche y recorre medio Chile, autostop y caminatas por la cordillera, para navegar en el Amazonas y ejercer sus prácticas humanitarias en un leprocomio peruano.
Estreno fugaz de aventuras y juegos peligrosos: Golán (Orlando Culzat, Colombia, 2025). Desde Cali, pérdida de la inocencia y decadencia familiar, el pésame por el fallecimiento del abuelo y su consecutivo éxodo a una casa-finca del lago Calima; allí, un quinceañero sometido a duras pruebas de masculinidad establece vínculos afectivos con una jovencita inocente, hija del administrador de la propiedad.
Evidente cierto parecido a la estructura narrativa de Carne de tu carne (Mayolo, 1983). ¿Veamos el por qué? Antes, una explosión de dinamita obliga a una familia a recluirse en una casona campestre; ahora, la muerte del patriarca nos lleva a reunir algunos herederos gozosos en las afueras de la Sultana. Antes, atavismos impúdicos y fantasmas caseros que se despiertan; ahora, secretos de rumba salen a relucir.
Un absorto muchacho rubio, pálido y de modales alternativos, moldeado por el precoz artista plástico Jacobo Vera Ríos, se complementa con la veteranía escénica de Marcela Agudelo –aquí madre divorciada y vuelta a casar en toxicidad con primos y medios hermanos de su querido Pedro–. Si los delirios del film valluno de Mayolo sugerían cuentos góticos propios del terrorífico tropical, en Golán (la película) hay una estancia vacacional que se presta para miramientos fantasmales de poca relevancia.
maulaurens@yahoo.es