Un equipo internacional de arqueólogos ha identificado en Sicilia la primera prueba directa de que los habitantes de la isla consumieron carne de caballo durante la Edad del Bronce. El hallazgo, publicado en la revista científica PLOS One, revoluciona la visión que se tenía hasta ahora de la dieta prehistórica mediterránea y abre nuevas vías para comprender el papel simbólico y económico de este animal en sociedades antiguas.
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El enclave del hallazgo
La investigación se centra en el yacimiento de Polizzello, en la provincia de Caltanissetta, una zona clave para entender la cultura de Castelluccio, que se desarrolló entre el 2300 y el 1700 a.C. En este enclave se han encontrado restos cerámicos en cuyo interior se han preservado residuos orgánicos. Su análisis ha permitido descubrir trazas moleculares inequívocas de proteínas y grasas de origen equino, lo que constituye la primera confirmación científica de que el caballo formaba parte del consumo humano en Sicilia hace más de 3.500 años.
El estudio, dirigido por la Universidad del Sur de Florida con la colaboración de especialistas italianos, ha aplicado técnicas avanzadas de biomoléculas a la arqueología. A través de métodos de proteómica y lipidómica, los investigadores lograron identificar albúmina equina en fragmentos cerámicos y caracterizar residuos grasos compatibles con tejidos de caballo. La combinación de estas dos líneas de evidencia convierte el hallazgo en sólido y sin precedentes.
Lo que apuntan los investigadores
Hasta ahora, se pensaba que el caballo desempeñaba en la isla un papel limitado, relacionado sobre todo con el transporte o con funciones rituales, pero no vinculado de manera directa a la dieta. La ausencia de restos osteológicos con marcas de carnicería había reforzado esta idea. Sin embargo, el descubrimiento en Polizzello obliga a reconsiderar las prácticas alimentarias de las comunidades de la Edad del Bronce en el Mediterráneo central.
Los investigadores apuntan a que el consumo de carne de caballo pudo tener un doble valor. Por un lado, responder a necesidades nutricionales, ya que se trata de una carne baja en colesterol y rica en ácidos grasos esenciales. Por otro, encajar en contextos rituales, donde los alimentos desempeñaban un papel central en las ceremonias comunitarias y en la relación con los ancestros. El hallazgo, de hecho, sugiere que el caballo podía tener un estatus simbólico mucho más complejo de lo que se creía.
La relevancia del animal en distintas culturas antiguas refuerza esta interpretación. Desde Eurasia hasta la península Ibérica, existen evidencias de caballos vinculados a prácticas funerarias, sacrificios y banquetes rituales. El caso de Sicilia añade un nuevo capítulo a esta tradición, al demostrar que también en el Mediterráneo central el caballo formaba parte de la esfera simbólica y alimentaria.
Información clave sobre el comercio
Además de su dimensión cultural, el hallazgo aporta información clave sobre el comercio y la domesticación. La presencia de caballos en la dieta indica que su cría y manejo estaban más extendidos de lo que se suponía, y que su valor no se limitaba a la tracción o al prestigio social. Este descubrimiento obliga a repensar cómo se integraron los caballos en las economías locales y en los circuitos de intercambio de la Edad del Bronce.
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Para los autores del estudio, los fragmentos cerámicos hallados en Polizzello se convierten en un testimonio esencial para entender la complejidad de las comunidades prehistóricas de Sicilia. Lejos de ser sociedades estáticas, se demuestra que incorporaban innovaciones, exploraban nuevas fuentes de alimento y dotaban de significados múltiples a los animales que les rodeaban. Con ello, la investigación abre nuevas preguntas sobre la interacción entre nutrición, ritualidad y cultura en uno de los enclaves más ricos de la arqueología mediterránea.