El buque de acción marítima Furor atracó ayer en Cartagena unos minutos antes de las cuatro de la tarde. Apenas tomó amarre, comenzó la operación de alistamiento: combustible, víveres y suministros médicos para una misión que no figuraba en sus rutinas habituales. El patrullero … se preparaba para escoltar a la llamada ‘flotilla de la libertad’, integrada por embarcaciones civiles que pretenden llegar a Gaza y desafiar el bloqueo israelí. A bordo viajarán 52 militares y ocho médicos, listos para acompañar una operación en la que la línea entre lo humanitario y lo político es bastante difusa.
«El barco que ha mandado Sánchez es tan básico que no protegerá a nadie», explica un militar a ABC. Esta misma fuentes apunta que el Furor ha recibido la orden de navegar en aguas internacionales, proteger a la flotilla y velar por la seguridad de los civiles que van a bordo de estas embarcaciones. Todo ello sin realizar ninguna maniobra que Israel pueda intepretar como una provocación. Al escuchar estos mandatos, este militar ironiza y habla sobre «la narrativa» de esta decisión anunciada por Pedro Sánchez desde Nueva York hace dos días, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, cuando afirmó que «España exige que se cumpla el derecho internacional y que nuestros ciudadanos naveguen con seguridad por el Mediterráneo».
«Este Gobierno no tiene racionalidad, tiene golpe de efecto. Y aquí lo curioso es que no hay una relación entre causa y efecto porque ese buque no se va a meter en aguas israelíes», afirma sobre esa narrativa. Para comprender esta cuestión, cabe escrutar el itinerario que seguirá el Furor para escoltar a la flotilla. Este grupo de embarcaciones avanza desde aguas griegas en lo que se denomina «paso inocente», un tránsito legal de hasta 12 millas náuticas de la costa. A partir de ahí, se abre la «zona contigua», donde el país ribereño conserva potestad de patrulla, y más allá, hasta las 200 millas, la zona económica exclusiva, donde los derechos son solo de carácter económico. En ese tablero jurídico se moverá ahora el Furor, que por primera vez escoltará a civiles de otras embaracaciones. por primera vez en un papel de escolta civil.
La nave, curtida en operaciones de rescate en Afganistán y otros escenarios, no está diseñada para el combate. Aunque porta un cañón de 76 milímetros y dos ametralladoras MK-38 de origen israelí, no cuenta con un sistema antidrones que lo blinde ante una posible respuesta del Gobierno de Netanyahu, que es el arma que está utilizando contra la flotilla. Según otra fuente militar consultada, estas características «son muy limitadas» y el buque tiene «poca potencia y actividad», ya que solo puede llevar a cabo misiones de reconocimiento y escolta. «No es un barco de combate. Un barco tan pequeño no protege a nadie», repite. En este sentido, según otra fuente militar, «al no tener capacidad antiaérea o antisubmarina, si los israelíes quieren, se lo cepillan a 100 kilómetros». En cualquier caso, mientras no entre en aguas israelíes, este escenario «no va a pasar», apunta esta misma fuente.
El hecho de que el Gobierno haya tomado esta decisión con cierta urgencia -tras el llamamiento de la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que forma parte de la tripulación de una de las embarcaciones de la flotilla y que hace unos días diio la voz de auxilio- es algo que, a ojos de los militares consultados, «despista». Sobre todo porque habría que identificar primero el tipo de amenaza.
«Estas decisiones solo pueden tomarse si la situación ha cambiado y de momento no lo ha hecho», observa una de las fuentes, al tiempo que desliza que esta medida puede esconder el propósito de dar «una importancia ahora a la flotilla que antes no tenía». Por eso no duda en calificar de «simplona» esta reacción del Gobierno «que no da más de sí» porque Furor «da para lo que da».
Aunque no hay que olvidar que en el ámbito del mar territorial siempre hay que auxiliar a cualquiera que esté en peligro, mandar el buque responde a «una decisión política que se debe explicar». Sobre todo porque «Gaza está muy vigilada y la flotilla no va a poder aproximarse»: «Ir para allá de esta forma es una locura. Es una irresponsabilidad porque en las zonas de guerra puede pasar cualquier cosa».
Por el momento, se desconoce cuánto tardará el Furor en alcanzar a la flotilla o su tiempo de despliegue.