Hay en el inicio de la carretera de Canillas, ahora zona residencial de cierto nivel y en tiempos entrada principal a un barrio del extrarradio y famosa por sus baches, un palacete que sorprende por su belleza armónica, y que desde hace años es la … sede de la junta municipal del distrito de Hortaleza. Se le conoce como Palacete Villa Rosa, y guarda una larga y prolija historia tras de sí: fue residencia privada, incautada en la Guerra Civil como sede del Partido Comunista, y más tarde reconocida sala de fiestas por la que pasaba la flor y nata del Madrid de los 50.
Desde que en 1990 se convirtió en junta municipal, el palacete Villa Rosa es uno de los favoritos para celebrar bodas civiles, porque es un edificio realmente bonito, como lo son sus jardines. Pero la historia de este edificio comienza mucho tiempo atrás: concretamente, en 1910, cuando Zacarías Homs, empresario farmacéutico, amigo del urbanista Arturo Soria y Compañía Madrileña de Urbanización, que da nombre actualmente a la calle que bordea el palacete, encargó al arquitecto Ricardo Marcos Bauzá construir el edificio, al que dio el nombre de Villa Eloísa, que era el nombre de su esposa.
Cuando estalló la Guerra Civil española, muchos edificios fueron incautados para otros fines. Y este palacete de la carretera de Canillas fue uno de ellos: pasó a ser la sede del Partido Comunista, cuyos dirigentes lo utilizaron para este fin hasta prácticamente el final de la contienda. Su ubicación, lejos del centro de la ciudad, le convertía en un emplazamiento muy discreto para sus ocupantes. Muy cerca, en la parte alta del Pinar del Rey, había un búnker que tenía como objetivo precisamente proteger esa sede política.
Pero la guerra, por fin, acabó, y de nuevo cambiaron de uso muchas instalaciones. En los 40, se interesa por este palacete -que había sufrido daños sobre todo en los jardines- el empresario de espectáculos Tomás Pajares. Que convierte el ya conocido como Palacete de Villa Rosa en una espléndida sala de fiestas, con billar, piscina, sauna y salas de baile. En una zona en la que había otros establecimientos dedicados al ocio nocturno, como los jardines de Samba, en Arturo Soria.
El que tuvo, retuvo
Arriba, aspecto exterior del palacete Villa Rosa. Abajo, dos imágenes del interior del edificio, completamente restaurado, ahora en su uso como junta municipal del distrito de Hortaleza
ABC encartaba, en el verano de 1940, una publicidad que alababa así el «magnífico parque jardín Villa Rosa, extraordinaria belleza, lo mejor, selecta cocina, orquestas». Esa noche, la del martes 16 de julio, a las 10 en punto, se inauguraba el local.
Las juergas del Villa Rosa eran épicas: la «crème de la crème» acudía a las fiestas que montaba allí el empresario Pajares, que por cierto, era también dueño del otro Villa Rosa, mucho más famoso, el tablao de la plaza de Santa Ana. Coincidían en sus salones y sus jardines políticos del Régimen, toreros, banqueros y empresarios, junto con actores y actrices y otros famosos como las estrellas del fútbol. Era tal la calidad de sus espectáculos, que según decía la prensa, venía gente acomodada desde otros rincones del mundo para asistir a ellos, y se desplazaban hasta este recóndito rincón desde los principales hoteles del momento en Madrid, el Palace y el Ritz.
Figuras como Jorge Negrete, todo un ídolo de la época, Josephine Baker o Celia Gámez, además de orquestas internacionalmente reconocidas como la de Xavier Cugat, fueron algunas de las personalidades que actuaron en sus salones o jardines. Y lo visitaban muchos famosos, como Luis Miguel Dominguín o Francisco Rabal, que terminó siendo vecino del palacete. Había fiestas privadas, en las que el establecimiento se cerraba para grupos muy selectos, y uno de los platos fuertes en el Villa Rosa era el flamenco, en el que contó con algunas de las mejores figuras del momento, como Manolo Caracol. Y se dice que incluso estuvo allí en ocasiones Ava Gardner, muy aficionada al flamenco.
Pero mantener aquel trasatlántico de la juerga de alto nivel era caro, y los números terminaron por no salir. A finales del verano de 1960, el Villa Rosa se cerró como sala de fiestas, y quedó sumido en el abandono durante muchos años. Hasta que el Ayuntamiento de Madrid lo rescató en 1990 y lo convirtió en sede de la junta municipal de Hortaleza, que preside actualmente David Pérez, y uno de los edificios -una vez restaurado- favoritos por las parejas para celebrar sus enlaces civiles.