Ley fatal de la vida: se nace para para morir. Todos estamos, inexorablemente sujetos al mismo destino: crecimiento, plenitud y descenso. Se sube precisamente para bajar. La juventud se eleva y alcanza el ápice de la madurez para abatirse luego en las fatigas de la … ancianidad. La hora para el encuentro con su Señor ha llegado para el Excmo. Sr. D. Félix del Valle y Díaz. Ha iniciado el nuevo ‘curso’ para una nueva vida, como tantos años lo hiciera en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, de la fue académico Numerario, Secretario y Director; extraordinario director.
Recuerdo las solemnes sesiones públicas en el Salón de Mesa, y que en una de ellas fui recibido como Correspondiente hace más de veinte años. Su compostura, la docta palabra, precisa y cercana, hacían que las mañanas de domingo se convirtieran en un acontecimiento de concurrencia intelectual y afectiva. Con el «se levanta la sesión» pronunciado por el querido amigo, transmitía la sensación de haber participado en un acontecimiento importante.
Me distinguió con su amistad. Que fue recíproca. Claro está desde el abismo cultural que nos separaba; no el de los afectos y coincidencias que compartíamos en confidencias y actitudes. Precisamente fue él quien me presentó en mi pueblo natal, cuando su ayuntamiento me distinguió como Hijo Predilecto. Recuerdo el hilo de sus palabras hablando del «don», no como título académico sino como característica personal de nos distingue (sin separarnos) a unos de otros y que menciona el apóstol Pablo en las epístolas a Corintios y Romanos. Sin descuidar, desde luego, esos otros que sabiamente menciona Don Quijote en el cap. 42 de la 2ª parte del Ingeniosos Hidalgo.
No omito de su recuerdo la profunda fe que profesaba, alejada de circunstanciales postureos religiosos, tan en boga en la actualidad. Por eso imagino el encuentro con su querida Carmen, de la que hablaba frecuentemente como si acabara de dejarla en casa. Desde esa fe compartida y sentida mi recuerdo y pésame para sus hijos a los que con abrazo fraternal les recuerdo.
Seguro estoy que Félix del Valle y Díaz habrá escuchado hoy la frase: «Siervo bueno y fiel entra en el gozo de tu señor» (Mt 25 14-30), y la de D. Quijote a su fiel escudero: «… luengos serán tus días, vivirás en paz y beneplácito de las gentes y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura».
Descansa en paz, querido amigo. Descansa en paz querido Director. Me despido, querido Félix, con la machadiana frase que enlaza con la de título de este obituario: y luto en el corazón.