María Santísima en su Soledad, imagen anclada a su cruz cada Viernes Santo, mostró un aspecto bien diferente por ser la ocasión en que la cofradía festejó el medio fundacional.
Llevó la Soledad este sábado el manto de la Virgen de la Caridad, saya blanca y, en lugar de la cruz, el palio cedido por la hermandad de los Dolores de Pedro Abad.
Fue una estampa nunca vista antes que permitió admirar el paso de la Virgen por calles de su barrio de Levante que normalmente no atraviesa por encaminarse a la Catedral a hacer estación de penitencia.
El clima fue opuesto porque se rezó el rosario. Las rosas, claveles y nardos, junto con delphinium, pistacia y limonium pintaron de alegría con sus colores blancos y rosas la tarde noche. Es algo que tampoco es así los Viernes Santos, pues el exorno suele ser en rojos y morados por ir al pie de la cruz.
La corona de espinas en las manos permaneció invariable. Sobre las sienes portó la corona de 1975, obra de Hijos de Juan Fernández, que lució en la época fundacional, aunque no el día de su bendición.
Estrenos
Nuevo fue el puñal ofrendado por el coro de la Soledad, que resaltó mucho en su pecho. En el cortejo se estrenó el banderín de juventud, con el lema ‘Juventud Soleana’.
La banda de música de la Estrella interpretó las marchas mientras cada sonido fue gesto de amor a la Soledad que inundó el barrio de Levante, contagiado de expectación por ocasión tan única.
Durante el rezo de los cinco misterios del rosario a lo largo del recorrido sonaron las dulces voces de la escolanía y las del coro propios de la cofradía, junto con los de Ánimas, la Misericordia y Noches de mi Ribera.
Levante y la ciudad cofrade latieron junto a la Soledad en esta jornada en que cambió la estética, pero no la esencia, la belleza ni los hondos sentimientos que provoca.
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