El registro fósil de Teruel vuelve a aportar claves para comprender la diversidad de dinosaurios en Europa. Un nuevo trabajo publicado en Palaeontologia Electronica reinterpreta a Camarillasaurus cirugedae, un dinosaurio descubierto hace dos décadas en la localidad turolense de Camarillas, y concluye que pertenece al grupo de los espinosáuridos, terópodos carnívoros que presentan características peculiares dentro de los grandes depredadores. El estudio, firmado por investigadores de la Bayerische Staatssammlung für Paläontologie und Geologie (Múnich) y de la Universidad de Zaragoza (grupo Aragosaurus-IUCA), desmonta, así, la clasificación original que lo situaba entre los ceratosaurios, un linaje primitivo de terópodos.
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Hallado en 2002
Los restos de Camarillasaurus fueron hallados en 2002 en sedimentos de la Formación Camarillas, datados en el Cretácico inferior (Barremiense). El material incluye vértebras, costillas, una escápula, un fémur, un ungual del pie y algunos fragmentos dentarios. En un primer momento, los paleontólogos interpretaron sus características como propias de un ceratosaurio basal. Sin embargo, la revisión detallada de su anatomía ósea, junto con los nuevos fósiles excavados en 2017 y 2018, ha permitido identificar rasgos compartidos con los espinosáuridos, un linaje de grandes terópodos que durante los últimos años ha revelado una notable diversidad en la península ibérica.
El estudio señala que la estructura de las vértebras caudales y las proporciones de los huesos de la cadera y las extremidades muestran afinidades claras con los espinosáuridos. Estos dinosaurios se caracterizan por una combinación de rasgos terrestres y, en algunos casos, adaptaciones vinculadas a hábitats acuáticos, aunque los fósiles de Camarillasaurus proceden de facies continentales de llanura aluvial, lo que sugiere que podría haber tenido menor dependencia de medios acuáticos que otros miembros posteriores del grupo. La reinterpretación de Camarillasaurus como un espinosáurido supone un cambio de gran relevancia para el conocimiento de la fauna cretácica de la Península Ibérica, y refuerza la idea de que los espinosáuridos eran más diversos de lo que se pensaba.
Una mayor presencia de este tipo de dinosaurios en el territorio
La presencia de un espinosáurido en Camarillas amplía la lista de este tipo de dinosaurios en la península, donde hasta ahora se habían documentado fundamentalmente en otras regiones como Portugal. Según los autores, este hallazgo confirma que los espinosáuridos estaban más extendidos de lo que se creía y que la Península Ibérica actuó como un área clave para su dispersión y diversificación durante el Cretácico temprano. Además, el hecho de que se trate de un género distinto de los ya conocidos (Vallibonavenatrix, Iberospinus, Riojavenatrix) refuerza la hipótesis de una elevada diversidad de este grupo en Europa occidental.
La importancia de la revisión de fósiles antiguos
Los investigadores destacan que la revisión de fósiles antiguos es fundamental para actualizar la interpretación del registro. En este caso, la reclasificación de Camarillasaurus demuestra que los errores iniciales son comprensibles cuando el material disponible es fragmentario, pero que nuevas técnicas y comparaciones con hallazgos recientes permiten afinar las conclusiones. El estudio aporta además un nuevo marco para reanalizar otros restos atribuidos a distintos linajes de terópodos que podrían pertenecer en realidad a espinosáuridos u otros depredadores mal identificados en un primer momento.
La reinterpretación también aporta información sobre los ecosistemas del Cretácico inferior en Teruel. La presencia de un espinosáurido en ambientes fluviales y continentales sugiere que estos dinosaurios podían habitar una mayor variedad de entornos de lo que se suponía. El registro sedimentario de la Formación Camarillas constituye un contexto ideal para comprender cómo diferentes dinosaurios explotaban los recursos disponibles y cómo interaccionaban en paisajes dominados por ríos y llanuras de inundación.
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El hallazgo, además, se suma a una larga tradición paleontológica en la provincia de Teruel, donde yacimientos como Galve o Riodeva han proporcionado algunos de los fósiles de dinosaurios más importantes de Europa. Para los autores, este caso refleja cómo la paleontología es una disciplina dinámica, en la que las hipótesis cambian a medida que se revisan los datos y se incorporan nuevas evidencias.