MADRID, 25 Sep. (EUROPA PRESS) –
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo y a menudo se originan en la aterosclerosis, una enfermedad crónica en la que la inflamación y los depósitos de grasa provocan el endurecimiento y estrechamiento de las arterias. Con el tiempo, las placas pueden romperse, causando complicaciones graves como infartos y accidentes cerebrovasculares.
La obesidad causa una inflamación crónica de bajo grado, que puede llevar a una disfunción endotelial (una afección en la que los vasos sanguíneos se vuelven incapaces de contraerse y relajarse adecuadamente y al desarrollo de aterosclerosis).
Se ha demostrado que tanto el ejercicio como los GLP-1RA reducen el riesgo asociado con la obesidad de sufrir eventos cardiovasculares como insuficiencia cardíaca y ataques cardíacos, pero se sabe poco sobre su impacto en el desarrollo de la aterosclerosis durante el mantenimiento de la pérdida de peso.
Mantener la pérdida de peso con ejercicio regular en lugar del agonista del receptor del péptido similar al glucagón 1 (GLP-1RA) liraglutida, un fármaco utilizado para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad, parece reducir el desarrollo de aterosclerosis en adultos con obesidad, una de las principales causas subyacentes de enfermedad cardiovascular. Así lo afirma un nuevo trabajo de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
El estudio de adultos con obesidad pero no diabetes se presenta en la Reunión Anual de este año de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD), que se celebró en Viena (Austria).
“Nuestros hallazgos revelan que el ejercicio regular es crucial para ayudar a las personas que viven con obesidad a obtener todos los beneficios cardiovasculares después de una pérdida de peso sustancial”, señala el autor principal, el doctor Rasmus Sandsdal, de la Universidad de Copenhague.
PEQUEÑO ESTUDIO EN 215 ADULTOS
Para explorar esto más a fondo, los investigadores daneses llevaron a cabo un ensayo aleatorio controlado con placebo en el que participaron 215 adultos (de 18 a 65 años de edad; 63% mujeres) que vivían con obesidad (IMC 32-43 kg/m*) y que no tenían diabetes ni otra enfermedad crónica grave al inicio del ensayo.
Inicialmente, se pidió a los participantes que siguieran una dieta baja en calorías de 800 kcal al día (Plan de Peso Cambridge) durante 8 semanas. Los 195 participantes que habían perdido al menos el 5% de su peso corporal (reducción media del 12%/13,1 kg) fueron asignados aleatoriamente durante un año a una de cuatro estrategias de mantenimiento de peso: ejercicio de intensidad moderada a vigorosa 150 min/semana más placebo; tratamiento con liraglutida (3,0 mg al día); combinación de ejercicio 150 min/semana y liraglutida; o placebo.
Se midieron los niveles sanguíneos de los biomarcadores inflamatorios interleucina-6 [IL-6] e interferón-? [IFN-?], así como de los biomarcadores de la función endotelial (molécula de adhesión intercelular [ICAM-1], molécula de adhesión vascular [VCAM-1] y activador tisular del plasminógeno [tPA]) al inicio de la dieta hipocalórica, al inicio del período de mantenimiento de peso y al cabo de un año. A los participantes también se les realizó una ecografía de la arteria carótida para medir el grosor íntima-media [cIMT].
Después del período de mantenimiento de peso de 1 año, tanto los participantes que hicieron ejercicio como los que recibieron tratamiento con liraglutida mantuvieron la pérdida de peso. Sin embargo, el estudio encontró que los participantes que siguieron un programa de ejercicios (con o sin tratamiento con liraglutida) tenían niveles más bajos de biomarcadores inflamatorios en comparación con los participantes que no hacían ejercicio (con un nivel promedio de IL-6 un 21% más bajo y un nivel de IFN-? un 27% más bajo).
El ejercicio también tuvo un impacto favorable en los biomarcadores de la función endotelial (con una caída promedio del 6% en VCAM-1, una caída del 8% en ICAM-1 y una disminución del 12% en tPA) en comparación con los participantes que no hacían ejercicio, y redujo el grosor de la arteria carótida (promedio de -0,024 mm).
Curiosamente, no se observaron diferencias en los biomarcadores de la función inflamatoria o endotelial ni en el grosor de la arteria carótida entre los participantes tratados con liraglutida y los que no tomaron el medicamento.
EL EJERCICIO REGULAR Y SU EFECTO PROTECTOR
El ejercicio regular parece tener un efecto protector contra el desarrollo de aterosclerosis en personas que intentan mantener la pérdida de peso. Dado que tanto el ejercicio como el tratamiento con GLP-1RA lograron mantener el peso, parece que el ejercicio desempeña un papel importante en la mitigación de los factores de riesgo cardiovascular, independientemente del peso corporal.
El ejercicio beneficia la salud de diversas maneras, incluyendo la mejora de la composición corporal y el aumento de la capacidad cardiorrespiratoria. Estos beneficios, en conjunto, contribuyen a una mejor salud cardiometabólica.
CONTROL DEL PESO Y LA SALUD CARDIOVASCULAR
“El mensaje más importante de nuestros hallazgos es que, para quienes intentan mantener la pérdida de peso, el ejercicio es crucial para mejorar la salud a largo plazo”, recalca la profesora Signe S’rensen Torekov, autora correspondiente de la Universidad de Copenhague.
“Dados los considerables costos sociales y económicos de las enfermedades cardiovasculares relacionadas con la obesidad, estos hallazgos subrayan el ejercicio regular como un componente esencial para el control del peso y la salud cardiovascular”.
El estudio presentó algunas limitaciones, como el pequeño tamaño de la muestra y la posibilidad de que la realización del programa de ejercicio estructurado fuera del marco de este ensayo, en condiciones de vida libre, pudiera reducir la adherencia individual. Los investigadores señalan que futuras investigaciones deberían investigar los efectos combinados del ejercicio con adherencia y los nuevos AR-GLP-1 durante períodos de tratamiento superiores a un año.