MADRID 25 Sep. (EUROPA PRESS) –
El podólogo Manuel Mosqueira ha afirmado que hasta un 70 por ciento de los esguinces mal recuperados pueden acabar derivando en inestabilidad crónica de tobillo, y es que muchos pacientes consideran leves los esguinces y no siempre acuden a un especialista.
“Uno de los grandes errores es pensar que un esguince es un problema pasajero que se cura solo. Cuando no se trata bien, puede convertirse en una lesión crónica que afecta a la movilidad, la estabilidad y la calidad de vida del paciente”, ha explicado Mosqueira, profesor en programas de postgrado de UCAM, UCV y CEU, quien que ofrecerá una ponencia en el 54 Congreso Nacional de Podología, organizado por el Consejo General de Podología.
Esta inestabilidad crónica se manifiesta a través de síntomas como el dolor persistente, la sensación de que el tobillo “falla”, laxitud ligamentosa y dificultades para mantener el equilibrio, y el riesgo de sufrirla es mayor en aquellos que practican deportes con saltos, giros y cambios bruscos de dirección, como el fútbol, el baloncesto o el pádel.
“Los pacientes suelen llegar a la consulta diciendo que se les tuerce el tobillo con frecuencia o que sienten inseguridad al caminar o entrenar. La buena noticia es que una rehabilitación temprana y bien estructurada, con ejercicios de propiocepción y fuerza, puede prevenir complicaciones y devolver la estabilidad al tobillo, además de reducir el impacto económico y psicosocial de estas lesiones, ya que el miedo a recaer puede afectar la recuperación y la calidad de vida”, ha añadido el especialista.
Para diagnosticar esta afección se combinan pruebas clínicas en camilla, movilizando el tobillo para ver si hay demasiada holgura; y de pie, caminando, corriendo o con una prueba de estabilidad y fuerza; así como con pruebas complementarias e imágenes médicas como radiografías, ecografías o resonancias.
“La ecografía dinámica permite ver muy bien los ligamentos dañados y la resonancia aporta más detalle sobre tejidos blandos y posibles factores de riesgo”, ha apuntado Mosqueira.
Tras ello, ha explicado que el tratamiento consiste en la rehabilitación del tobillo, buscando recuperar su estabilidad y funcionalidad, primero a través de un periodo de reposo relativo y controlado, seguido de una movilización temprana, vendajes o férulas funcionales y ejercicios de equilibrio, coordinación y fuerza.
En el caso de que la recuperación funcional con fisioterapia y entrenamiento no sean suficientes, los especialistas pueden valorar el uso de plantillas a medida y, en el caso de recaídas severas, la cirugía puede ofrecer buenos resultados y devolver tanto la funcionalidad como la estabilidad del tobillo afectado.
“La decisión de volver al deporte no debe basarse sólo en el tiempo transcurrido desde la lesión, sino en pruebas objetivas que garanticen que el tobillo ha recuperado su estabilidad y funcionalidad”, ha concluido Mosqueira.