MADRID 12 Sep. (EUROPA PRESS) –
Un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Biomédica Fralin de la universidad Virginia Tech (Estados Unidos) ha desarrollado un nuevo modelo de análisis contra el glioblastoma, que permite predecir tanto la propagación como la progresión de un tumor mortal, y es que los pacientes muestran una supervivencia media de 15 meses.
El estudio, publicado en la revista ‘npj Biomedical Innovations’, ha consistido en combinar imágenes por resonancia magnética con un algoritmo con la capacidad de identificar y predecir dónde puede reaparecer este cáncer, mediante la identificación de las células que oculta el propio tumor en el tejido circundante, que es precisamente lo que le permite regresar con una alta letalidad.
“Si no se pueden encontrar las células tumorales, no se pueden destruir, ya sea extirpándolas, sometiéndolas a radioterapia o administrándoles medicamentos (…) Creemos que este método nos permitirá encontrar esas células tumorales”, ha afirmado la líder de la investigación, Jennifer Munson.
Este método se ha centrado en el flujo del líquido intersticial, que es el movimiento de este a través de los espacios entre las células de los tejidos, y que se comporta de forma diferente en distintas enfermedades.
Los científicos han descubierto que aquellos flujos más rápidos predicen la invasión de las células tumorales en el caso del glioblastoma, mientras que un movimiento más aleatorio o de difusión se correlaciona con una menor invasión de estas células.
Del mismo modo, han encontrado que el flujo de fluido alrededor del tumor es el “mejor predictor”, pues este flujo establece vías, como “arroyos que se unen a ríos”, que las células cancerosas siguen para llegar al tejido circundante.
“Esto podría indicarle al cirujano dónde habrá una mayor probabilidad de que haya más células tumorales, por lo que podrían ser un poco más agresivos, si es seguro para el paciente apuntar a una región más invasiva”, ha explicado Munson.
En la actualidad, los médicos se basan en exploraciones radiológicas para planificar extirpaciones de este tipo de tumor, si bien estas solo ofrecen una vista del área justo fuera del borde del cáncer. Además, durante el procedimiento se usan tintes fluorescentes que resaltan las células cancerosas, pero sin penetrar profundamente.
“Esos métodos no van a detectar una célula que ha migrado o invadido más profundamente el tejido, que es algo que creemos que podemos hacer con este método”, ha añadido Munson, cuyos hallazgos respaldan el trabajo de la compañía Cairina, que tiene como objetivo mejorar el tratamiento del cáncer a través de un enfoque más personalizado de la cirugía y las terapias contra el cáncer.
Tras ello, ha destacado que esta investigación busca proporcionar a cirujanos y oncólogos radioterapeutas una serie de mapas de probabilidad o mapas de puntos críticos en los que se podría predecir una mayor invasión de células cancerosas, y así respaldar una aplicación terapéutica “más agresiva” e identificar dónde podría haber menos invasión, para ayudar a proteger el tejido de tratamientos innecesarios.
Esta investigación ha sido financiada por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, la Fundación Red Gates, la Sociedad Estadounidense del Cáncer y el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares estadounidense.