La nueva temporada — y final — de Alice in Borderland, llega al catálogo de Netflix con una promesa. La de responder la mayoría de las preguntas que la producción dejó a su paso desde su estreno en 2020. Después de todo, el capítulo final de la segunda entrega, pareció dejar todo claro. La salida de Arisu (Kento Yamazaki) y Usagi (Tao Tsuchiya) del inexplicable universo de pruebas en un Tokio irreconocible parecía marcar el punto final. Sin embargo, la aparición simbólica de la carta del Joker dejó abierta una puerta que no se podía ignorar. También, dejó claro que la historia continuaría hacia otra arena de juegos, quizás más sangrienta y brutal que nunca.
Como se recordará, Alice in Borderland — basada en el manga de Haro Aso — explora la misma premisa del original. Un día cualquiera, la ciudad de Tokio aparece vacía, sin que haya indicios de qué sucedió con sus habitantes. Más complicado todavía: en medio de las calles desoladas, hay múltiples pistas que conducen a un colosal juego mortal que todos los escasos sobrevivientes del fenómeno deberán enfrentar. Pero de la misma forma que la versión en viñeta, no hay explicación de quién está detrás de las competencias o el motivo por el que se realizan en primer lugar.
La tercera temporada, que explora en el universo de Haro Aso de manera libre y superando la línea de tiempo del conocido manga, es de por sí una rareza. No solo comienza en un punto por completo nuevo de la historia — hasta la fecha, el mismo autor no ha terminado el original — sino que, además, lo lleva a terrenos más violentos. De modo que los nuevos capítulos, son tanto una conclusión — y satisfactoria — como un experimento dentro del contexto del célebre manga. Algo que brinda al argumento su especial atractivo y sin duda, su insólita personalidad.
Un experimento especialmente creado para el catálogo de Netflix
La nueva temporada de Alice in Borderland tiene la particularidad de haber sido creada exclusivamente para su estreno en streaming. De hecho, la secuela oficial del cómic, titulada Alice in Borderland Retry, se centra en un desafío completamente distinto, con el Nueve de Corazones como eje central y sin rastro del Joker. En el universo de la historia, cada carta encarna a un conjunto de retos distintos. También, un antagonista que, aunque desconocido, tiene el control de todo lo que ocurre en la arena.
Así que el Joker, resume un enemigo a vencer hasta ahora por completo desconocido para los amantes del cómic. Por si eso no fuera suficiente, el regreso de Arisu y Usagi a la misteriosa arena no solo plantea nuevos retos. También obliga a la serie a justificar su continuidad más allá del material original. Algo que inevitablemente despierta comparaciones con otras adaptaciones que cayeron en picada al estirar demasiado sus tramas. La diferencia está en que Alice in Borderland no oculta su intención de explorar lo absurdo, lo impredecible y lo brutal a partes iguales.
Por lo que la tercera temporada comienza con la promesa de una amenaza más caótica que nunca. La presencia de ese comodín no se percibe como una continuación forzada, sino como un intento de reconfigurar las reglas de la sangrienta competencia. Algo que Alice in Borderland logra al mostrar que el enigma de todo lo que deben enfrentar sus jugadores, está a punto de resolverse. Justo por la intención de los participantes de detener el ciclo de situaciones sin explicación.
Un punto de partida fácil de seguir
Uno de los elementos en contra que debe enfrentar la serie, es el hecho que debe explicar su complicada premisa para un público potencialmente nuevo. Algo que, además, se convierte en un punto imprescindible, transcurridos tres años después del estreno de la segunda entrega. Pero Alice in Borderland logra superar el problema, siendo más directa y sencilla de seguir que nunca. De modo que el comienzo de la tercera temporada recupera a Arisu y Usagi volviendo al punto cero de la ciudad vacía con pistas que conducen a competencias macabras.
Desde el primer episodio, se establece que la calma es solo un espejismo y que este mundo no piensa dejar de devorarlos. Lo interesante aquí no es únicamente la vuelta de los protagonistas, sino la forma en que la narrativa se esfuerza en recordarnos que todo lo vivido antes fue apenas un preludio. La familiaridad del escenario se mezcla con nuevas mecánicas que apuntan a un nivel de dificultad mucho mayor. Pero los personajes ya conocen la mecánica y su experiencia, se vuelve parte de la premisa. No hay sobre explicaciones, diálogos excesivos o un intento de la historia por justificar lo que pasa.
En lugar de eso, la serie toma la decisión de profundizar en la psicología de sus personajes. Ahora no basta con sobrevivir, hay que comprender que cualquier fallo emocional también puede ser letal. De esta manera, la serie se aleja del simple espectáculo de juegos extremos para acercarse a un terreno más oscuro, donde las heridas internas pesan tanto como los disparos o explosiones. Ese matiz da profundidad al relato, aunque a veces parezca perderse entre la necesidad de impactar con cada prueba. El regreso a la arena de juego, entonces, es más que un regreso literal: es un recordatorio de que no se puede escapar de un trauma tan fácilmente.
Un final que respeta lo esencial de la serie para ‘Alice in Borderland’
Por supuesto, la esencia de Alice in Borderland siempre residió en su capacidad para mantener una tensión continua. Desde la primera temporada, los juegos parecían diseñados no solo para matar, sino también para exponer los límites morales de cada jugador. En la tercera entrega, ese principio se conserva, aunque la escala aumenta.
Aunque ya es obvio el patrón — buscar la grieta en un sistema aparentemente perfecto — , todavía resulta emocionante ver a los personajes intentar sobrevivir. Incluso después de tantas pruebas superadas en las dos temporadas anteriores, sigue siendo fascinante observar cómo buscan salidas imposibles.
Parte del atractivo radica en que la serie logra equilibrar lo físico y lo mental: un error de cálculo puede ser tan mortal como una herida. A medida que avanza la historia, las amenazas se vuelven más impredecibles, lo que refuerza la idea de que quien sea que está detrás del Joker es un enemigo que no se rige por las reglas previas. De modo que la temporada logra mantener el interés del público
Para su final — cerrado y sin dejar cabos sueltos — es evidente que Alice in Borderland, intenta ser tanto un homenaje al manga origen como a la adaptación. Algo que logra, al equilibrar en un punto medio, la esencia de ambas versiones de la historia. Lo mejor y más llamativo de esta poco convencional producción que se convirtió en una de las más populares de Netflix.
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