Pocas criaturas pueden competir con la movilidad y adaptabilidad de los tentáculos del pulpo. Las extremidades de estos cefalópodos son, de hecho, un milagro de la bioingeniería, capaces de estirarse, doblarse y deformarse de mil maneras diferentes para satisfacer las necesidades de los animales. Una nueva investigación dirigida por la Universidad Atlántica de Florida muestra hasta dónde llega la flexibilidad de estas increíbles estructuras biológicas, revelando las estrategias mediante las cuales los pulpos priorizan el uso de algunos de sus ocho tentáculos para necesidades específicas (ya sea locomoción, caza o exploración del entorno), y proporcionando valiosas pistas para el campo en constante expansión de la robótica “blanda” que se inspira en la biología.
La investigación, publicada en Scientific Reports, investigó el repertorio conductual de los pulpos y las capacidades motoras de sus tentáculos en diversos hábitats naturales. Esto condujo a la creación del primer atlas de los movimientos de sus tentáculos en la naturaleza. En total, el estudio clasificó 4,000 movimientos de extremidades, capturados en 25 videos de tres especies de pulpos que fueron filmados en seis entornos marinos distintos.
El catálogo final incluye 12 posibles acciones de los tentáculos englobadas en 15 comportamientos, cada uno de los cuales implica uno o más de cuatro movimientos posibles: acortamiento, alargamiento, torsión y flexión. Cada tentáculo de estos animales es capaz de realizar los cuatro movimientos mencionados, y diferentes regiones de los tentáculos están especializadas para posibilitar cada uno de ellos.
También se sabe que los pulpos se encuentran entre los animales marinos con mayor complejidad neurológica. De hecho, investigaciones han confirmado que poseen capacidades de control motor incomparables, lo que les permite utilizar un repertorio de movimientos muy variado que a menudo implica la coordinación simultánea de múltiples tentáculos.
“Al observarlos en la naturaleza, hemos visto pulpos utilizando diferentes combinaciones de movimientos de sus extremidades de forma simultánea”, afirma Chelsea Bennice, bióloga de la Universidad Atlántica de Florida, quien colaboró en la investigación. “Algunas acciones como agarrar comida pueden requerir un solo tentáculo, mientras que otras requieren la colaboración de varias extremidades para realizar comportamientos complejos, como arrastrarse o lanzarse en paracaídas, una de las técnicas de caza que utilizan para atrapar a sus presas”.
Aunque los ocho tentáculos son capaces de realizar los mismos movimientos, las investigaciones han puesto de relieve una clara división de tareas entre los tentáculos delanteros, los más utilizados, y los traseros: los cuatro tentáculos delanteros los dedican principalmente a explorar el entorno, mientras que los traseros contribuyen más al movimiento.
“Comprender estos comportamientos naturales no solo es una forma de profundizar nuestro conocimiento sobre los pulpos”, enfatiza Bennice, “sino que también ayuda a abrir nuevos y emocionantes caminos en campos como la neurociencia, la etología y la robótica blanda inspiradas en estas increíbles criaturas”.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Andrea Baranenko.