La NASA lanzó exitosamente la misión IMAP (Interstellar Mapping and Acceleration Probe) desde el Centro Espacial Kennedy en Florida. Un cohete Falcon 9 de SpaceX despegó con el satélite, desarrollado en un proyecto de varios cientos de millones de dólares, equipado con 10 instrumentos científicos que estudiarán la enigmática heliosfera, una burbuja magnética que rodea al Sol, con el fin de comprender mejor el comportamiento del viento solar y su relación con las tormentas solares. El establecimiento de este observatorio es considerado fundamental para la nueva era de exploración espacial durante las próximas décadas.
El observatorio, de dimensiones similares a las de un automóvil compacto, ha sido descrito de manera informal por algunos ingenieros como una “bañera de hidromasaje”. Incluye tres generadores de imágenes para mapear partículas del viento solar, un magnetómetro para medir campos magnéticos, un instrumento para detectar iones, un telescopio de partículas de alta energía, detectores de energía ultravioleta y equipos específicos para analizar electrones en corrientes espaciales y polvo interestelar.
Acompañado en la misma misión por el Observatorio Carruthers Geocorona y la nave SWFO-L1 (Space Weather Follow-On Lagrange 1, operada por la NOAA), IMAP se dirigirá al punto de equilibrio gravitacional conocido como L1 (punto 1 de Lagrange), ubicado aproximadamente a 1 millón de millas de la Tierra (unos 1.6 millones de kilómetros), es decir, más de cuatro veces la distancia a la Luna. En ese punto, la fuerza gravitacional de la Tierra y la del Sol se equilibran, lo que permite que un satélite se mantenga estable en una órbita conjunta con nuestro planeta alrededor del Sol.
El observatorio girará sobre su eje cada 15 segundos, permitiendo que sus 10 instrumentos escaneen continuamente el clima solar. Además, se alimentará con energía solar generada por paneles capaces de producir 500 watts.
Una tormenta solar es una perturbación en el entorno espacial provocada por la intensa actividad del Sol. Se origina con una erupción solar o una eyección de masa coronal que libera plasma compuesto por partículas cargadas. Cuando ese viento solar alcanza la Tierra puede provocar auroras boreales y afectar sistemas tecnológicos. Este complejo clima espacial suele intensificarse cuando el Sol se acerca al máximo de su ciclo natural de 11 años, durante el cual invierte su polaridad magnética.
El clima espacial es clave para el futuro de la exploración espacial
Tormentas solares recientes han demostrado que este tipo de fenómenos puede dañar la infraestructura eléctrica de naves, estaciones y satélites. Por eso, las agencias espaciales de todo el mundo invierten en construir instrumentos capaces de generar predicciones confiables y reducir riesgos para futuras misiones.
La misión IMAP no solo es la más reciente dedicada a observar el Sol, sino también una de las más relevantes y costosas en su tipo. Según la NASA, el proyecto requirió unos siete años de desarrollo, y aunque el costo final no ha sido publicado oficialmente, estimaciones externas situaban el presupuesto total en torno a los 700 millones de dólares.
“Este exitoso lanzamiento mejora la preparación de nuestro país ante las condiciones meteorológicas espaciales para proteger mejor nuestros satélites, misiones interplanetarias y astronautas que viajan al espacio de los peligros de la meteorología espacial en todo el sistema solar”, dijo Sean Duffy, administrador interino de la NASA en un comunicado. “Esta información será fundamental a medida que nos preparamos para futuras misiones a la Luna y Marte con la intención de mantener a Estados Unidos a la vanguardia en el espacio”, agregó.