Cuando escuchamos la palabra programador, pensamos en alguien sentado frente a un ordenador, escribiendo líneas de código en un lenguaje que hará funcionar aplicaciones o páginas web. Y, sin embargo, la primera persona que escribió un programa informático no conoció jamás un ordenador, por la sencilla razón de que vivió en la Inglaterra victoriana, más de cien años antes de que se construyeran las primeras máquinas electrónicas.
La primera mitad del siglo XIX fue un tiempo de intensos cambios. La Revolución Industrial había transformado tanto la producción como la forma de pensar sobre la tecnología. El vapor movía fábricas y trenes, y el desarrollo de las matemáticas aplicadas era cada vez más central para la ciencia y la ingeniería.
Fue en este entorno en el que nació Augusta Ada Byron (1815-1852), hija del célebre poeta romántico Lord Byron. A diferencia de su padre, ella fue educada con gran énfasis en matemáticas y ciencias, bajo la tutela de prestigiosos profesores como Mary Somerville, una de las científicas más influyentes de la época.
Charles Babbage y la ‘máquina analítica’
Para entender a Ada Byron (más conocida como ‘Ada Lovelace’ por ser la primera condesa de Lovelace), primero debemos conocer a Charles Babbage, matemático e inventor que en 1837 diseñó la máquina analítica. Nunca llegó a construirse del todo —las limitaciones tecnológicas de la época lo hicieron inviable—, pero el diseño en papel anticipaba, con sorprendente exactitud, la arquitectura básica de los primeros ordenadores modernos.
Su máquina analítica estaba pensada como una calculadora automática universal, con:
- Una “unidad de procesamiento” (llamada ‘molino’), capaz de realizar operaciones aritméticas.
- Una memoria para almacenar números.
- Un sistema de entrada y salida, basado en tarjetas perforadas inspiradas en los telares de Jacquard.
- Instrucciones secuenciales y condicionales, lo que la convertía en una máquina de propósito general.
En otras palabras: aunque no existía la electrónica, sí existía ya la idea del ordenador programable.
Ada Lovelace aportó mucho más que cálculos
Ada conoció a Babbage en 1833 y quedó fascinada con sus ideas. Una década después, mientras traducía un artículo del matemático italiano Luigi Menabrea sobre la máquina analítica, Ada añadió un conjunto de notas personales que resultaron ser mucho más largas y profundas que el texto original.
Y es entre esas notas donde se encuentra lo que hoy consideramos el primer programa informático de la historia: un algoritmo detallado para calcular los números de Bernoulli con la máquina analítica de Babbage.
Aunque la máquina analítica nunca se construyera, sus planos eran suficientemente completos como para permitir imaginar programas que se ejecutarían en ella. Ada escribió esos programas, describiendo paso a paso cómo debía manipularse la información en el “molino” y la “memoria”.
De hecho, en programación moderna aún usamos los mismos conceptos que aparecen en sus notas: bucles, variables, operaciones secuenciales. La gran diferencia es que Ada lo hacía con lápiz y papel, sobre una máquina teórica que solo existía en el papel (y que sólo funcionaba en su cabeza).
El primer código
Sobre estas líneas tienes la famosa tabla del algoritmo para calcular los números de Bernoulli que Ada Lovelace incluyó en la Nota G de 1843. En ella,
- Cada fila corresponde a una operación que la máquina analítica debía ejecutar.
- Se indican las variables de entrada, las operaciones aritméticas, las variables de salida, y el estado de las “celdas” (memoria y resultados).
- Al final aparece la instrucción de repetir las operaciones 13 a 23, lo que hoy llamaríamos un bucle o iteración.
¿En qué se parece a nuestros programas actuales, te preguntarás? Bueno:
- Está estructurado en pasos.
- Usa memoria de trabajo.
- Tiene resultados intermedios.
- Incorpora un mecanismo de repetición.
Reconocimiento tardío a una visionaria
Así, se convirtió en programadora antes de que existiera el ordenador: su capacidad visionaria la colocó un siglo por delante de su tiempo.
Pero su aportación a la informática no se limita a un ‘mero’ programa. Ada comprendió que la máquina analítica no solo podía realizar cálculos numéricos, sino también procesar cualquier tipo de información simbólica, desde música hasta imágenes, siempre que pudiera traducirse en reglas y números. Y, de hecho, hoy en día todos los archivos de nuestros ordenadores no son más que secuencias de unos y ceros.
Según Doron Swade, experto en historia de la informática:
“Ada vio algo que Babbage en cierto sentido no pudo ver. En el mundo de Babbage, sus máquinas estaban limitadas por el número. Lo que vio Lovelace fue que ese número podría representar entidades distintas además de una cantidad. […] Ésta es la transición fundamental de una máquina que es un procesador de números a una máquina para manipular símbolos de acuerdo con las reglas; la transición fundamental del cálculo al cómputo […] fue hecha explícitamente por Ada en ese documento de 1843”.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX, las aportaciones de Ada Lovelace fueron ignoradas o consideradas meras curiosidades históricas. No fue hasta mediados del siglo XX, con el auge de la informática, que sus notas fueron redescubiertas y valoradas en toda su dimensión.
Hoy, Ada es reconocida como la primera programadora de la historia y un símbolo de las mujeres en la ciencia y la tecnología. Incluso, el lenguaje de programación ‘Ada’, desarrollado en los años 80, fue bautizado en su honor.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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